Domenico se quedó mirando la puerta unos segundos,
maldiciendo interiormente por no poder ir tras Cassandra.
-Lara
–dijo cortante, consciente de que la joven estaba diciendo algo pero
ignorándola completamente-, la fiesta está en el salón y el jardín, vamos
abajo.
-No,
Dome, abajo hay mucho ruido, y me encantaría charlar y ponernos al día –ella
insistía y hacía un puchero inocente, tratando de convencerlo.
Él
suspiró cansado de tratar con ella. Cuando era un adolescente, el hecho de que
Lara lo persiguiera con insistencia le resultaba gracioso e incluso halagador.
Pero con los años se había ido convirtiendo en una molestia que lo perseguía
cada vez que visitaba a sus padres.
-Lara,
por favor, volvamos abajo –su voz hacia equilibrios en la línea entre la
súplica y el enfado.
-No seas
aburrido, Dome –dijo sonriendo de manera coqueta.
-No me
llames así, sabes que no me gusta –la exasperación se filtraba en su tono.
-Oh,
vamos, no seas…
-Lara
–cortó él con voz dura.
Ella le
fulminó con la mirada y se alejó un par de pasos de él, con las manos en las
caderas y una expresión nada amistosa en el rostro.
-Es esa
estúpida pelirroja, ¿no? –atacó, toda su dulzura ya disipada-. No es de aquí,
Stefano me lo ha dicho. Y no sé qué puedes ver en ella.
A
continuación salió hecha una furia de la habitación. Domenico oyó el sonido de
los tacones repiqueteando en los escalones hacia la planta de abajo, y suspiró
aliviado por haber conseguido librarse de ella. Al cabo de unos segundos se
reprendió a sí mismo por pensar algo así, pero la sensación de liberación
permaneció en él. Se decidió a volver a la fiesta y evitar a Lara en la medida
de lo posible. Bueno, o a cualquiera de los hermanos Cacciatore, a poder ser.
Por mucho que fueran amigos de la familia desde hacía ya muchos años, en
aquellos momentos no podía evitar el sentimiento de desgana de hablar con
alguno de ellos, en especial con los dos mayores.
Al final, abandonó el cuarto de Cassandra, echando un
rápido vistazo antes de salir y cerrar la puerta tras él, pensando en lo que
podría o no podría haber ocurrido de no haberse dado aquella inoportuna
interrupción.
…………………………………………………………………..
Cassandra
bajaba las escaleras apresuradamente, con la imagen de Alice en la mente,
aunque con tanta gente parecía imposible encontrarla. Atravesó el salón mirando
de un lado a otro, tratando de vislumbrar una cabeza rubia y un vestido verde,
pero no consiguió verla, así que entró en la cocina apresuradamente, donde
encontró a Carola conversando con una mujer mayor aspecto afable.
-¡Cassandra!
–exclamó Carola abriendo los brazos para recibirla en un abrazo-. Estás
preciosa, ¿qué tal la fiesta? ¿Lo estás pasando bien?
Ella asintió mientras una dulce
sonrisa se dibujaba en sus labios. La abuela de Domenico conseguiría hacer
sonreír a una piedra.
-Me alegro, querida, me alegro –dijo
sinceramente-. Yo estoy aquí hablando con Lucilla, creo que te has cruzado en
el salón con su nieto, Giulio.
-Ah, sí –afirmó Cassandra mirando a
su nueva conocida-. Un chico encantador.
-Sí que lo es, ¿verdad? –contestó la
mujer.
Cassandra afirmó de nuevo con la
cabeza y las tres se quedaron en silencio, sonriendo durante unos instantes.
-Bueno, no os molesto más, os dejo
charlando, estoy buscando a Alice –se despidió con una sonrisa y un gesto de la
mano y salió por la puerta de la cocina.
La
suerte pareció sonreírle al fin cuando, al girar una esquina, se dio de bruces
contra una figura envuelta en gasa verde que parecía haber atravesado un
huracán.
-¡Cassandra!
Llevo un rato buscándote, ¿dónde estabas? –Alice, como siempre, sonreía con una
alegría desmesurada y su cabello, horas antes perfectamente peinado, era ahora
un caos de rizos que rebotaban y salían en todas direcciones, claro que a esto
había que sumarle la evidente chispa provocada por un ligero exceso de alcohol.
-Arriba…
hablando por teléfono –mientras hablaba seguía observando el pelo de Alice con
curiosidad.
-Oh, ¿y
está todo bien? ¿Hay algún problema?
-Eeemm,
no lo sé, mañana hablaré con mi madre. ¿Qué demonios te ha pasado? –acabó
diciendo sin poder contenerse, mirándola de arriba a abajo.
Alice se
sonrojó levemente y, aunque trató de disimularlo con su habitual charlatanería,
Cassandra lo notó.
-Nada,
nada, fuera la fiesta se ha descontrolado un poco, eso es todo.
-No
mientas –insistió Cassandra mirándola fijamente-. Eres tú la que insiste en que
puedo contarte lo que sea, y eso debería ser recíproco.
-Está
bien, pero te lo contaré más tarde. Ahora acompáñame fuera y tómate algo, que
tienes cara de no haberte divertido ni una pizca en toda la noche –Cassandra la
siguió, tentada a soltar un enorme resoplido como refuerzo a la afirmación de
Alice.
El resto
de la fiesta pasaron casi todo el tiempo juntas, bailando, comiendo y,
sobretodo, bebiendo. La música estaba tan alta que si no estuvieran a
kilómetros de la casa más próxima, excluyendo la de los Cacciatore, tendrían
una multitud de vecinos quejándose por el ruido. Hacia las seis de la mañana la
cantidad de gente en la casa o el jardín se había reducido drásticamente,
quedando algunos regazados exhaustos sobre los sofás del jardín o bien sentados
en pequeños grupos hablando de cosas sin sentido y comiendo los restos de la
fiesta.
-No
puedo mover ni un solo músculo, estoy agotada –susurró Alice extendida en uno
de los mullidos divanes blancos que había en la carpa del jardín-. No sé cómo
pueden tener fuerzas para mantenerse en pie –añadió, refiriéndose al pequeño
grupo de cuatro personas que salían por la entrada de la carpa en esos
instantes.
-Pues ya
verás cómo llegas hasta tu habitación, porque la poca energía que me queda la
utilizaré para meterme en la cama –Cassandra se incorporó lentamente, rogando
para que el alcohol no decidiera atacarla con un repentino mareo en esos
instantes.
-Oh,
vamos, ayúdame –dijo Alice estirando la mano derecha en su dirección.
Cassandra
dudó un instante y la miró frunciendo los labios, pero al final se levantó y se
acercó a ella, parándose en el corto trayecto para deshacerse de los tacones,
que parecían como mil cuchillos clavándosele en los pies.
-Vamos,
arriba –tiró de ella con sus escasas fuerzas y consiguió que ambas estuvieran
en pie.
Alice,
que en algún momento de la noche había perdido sus sandalias de tacón, se
recogió el vestido por encima de las rodillas y caminó un par de pasos
tambaleantes con sus pies descalzos.
-Oh, por
favor, ¿dónde están los hombres cuando se los necesita? Mi hermano sería de
mucha utilidad ahora mismo –hablaba deprisa a pesar del cansancio, avanzando torpe
y lentamente hasta salir de la carpa-. Y hablando de mi hermano, la última vez
que me topé con él eran casi las doce, ¿tú le has visto?
-Apenas
–respondió Cassandra apresuradamente y un tanto nerviosa a pesar de que eso no
fuese una mentira.
-Entonces
es más tonto de lo que creía –susurró. Cassandra la miró interrogante-. Si se
apartó de tu lado un segundo después de verte con ese vestido es que necesita
urgentemente ir al oculista.
Cassandra
rio interiormente al pensar que, de hecho, fue ella la que se apartó corriendo,
casi huyendo, de él. A su reciente amiga no le gustaría lo que había ocurrido
unas cuantas horas antes en su habitación.
-Exageras,
Alice, en la fiesta había gente mucho más interesante que yo con la que
mantener una conversación. Y chicas preciosas –le rebatió con indiferencia.
-Por
esta vez dejaré pasar que digas una estupidez como esa, no quiero discutir
contigo a estas horas, estoy demasiado cansada – reafirmó su última frase con
un pequeño tropiezo en los escalones de subida a la terraza del jardín
trasero-. Y posiblemente hemos bebido demasiado –añadió casi para sí.
Continuaron
andando en silencio, pasando por la cocina y el salón, hasta llegar al pie de
las escaleras para subir a la planta superior.
-Estoy
planteándome dormir en el sofá –dijo Alice muy seria-. Esas escaleras parecen
el Mont Blanc ahora mismo.
-Exagerada
–susurró Cassandra-. Vamos, sube –y la empujó ligeramente en la espalda hacia
el primer escalón.
-Si
acabó rodando escaleras abajo será todo culpa tuya, tenlo en cuenta.
-Como
digas –contestó despreocupadamente, y cuando consiguieron llegar al último escalón
le dedicó una mirada a medio camino entre la compasión y un “te lo dije”, que
provocó que Alice le enseñara la lengua en una mueca divertida.
-Me voy
a dormir, hasta mañana.
Cerró la
puerta de su cuarto tras ella, no sin antes dedicarle una encantadora sonrisa a
su amiga, y Cassandra oyó como se desplomaba sobre el colchón. Estaba segura de
que aquella noche dormiría con la ropa puesta, y tenía que admitir que a ella
misma le tentaba seguir su ejemplo.
Se apresuró hacia su habitación, desabrochando la
cremallera lateral del vestido y tirando de los tirantes hacia abajo, entrando
de espaldas en el cuarto para asegurarse de que nadie aparecía por el pasillo y
la sorprendía desnudándose. Sabía que hacer eso era correr el riesgo de que
cualquiera entrando o saliendo de su cuarto la viera y pensara que se había
vuelto del todo loca, pero también sabía que no quería dormir en aquella seda
ajustada, y que en cuanto viera la cama se desplomaría sobre ella sin
molestarse en desnudarse.
Para el momento en el que cerró la puerta el vestido ya
estaba deslizándose por sus caderas hacia el suelo, y tenía la sensación de que
no había sido tan feliz de liberarse de una prenda de vestir en años. Tan solo
tenía que coger la camiseta vieja que, prudentemente, había dejado antes de empezar
la fiesta a los pies de la cama y podría deshacerse también del maldito
sujetador.
-Esto…
¿Buenas? –una voz a su espalda, que a esas alturas conocía muy bien, provocó
que casi acabara en el suelo cuando se dio la vuelta.
-¡¿Domenico?!
-Hola.
-¿Se
puede saber qué demonios haces aquí? Pasas más tiempo en mi cuarto que en el
tuyo propio. Si te gustan más las vistas te cambio la habitación encantada,
¡pero deja de entrar aquí sin permiso cada vez que te plazca! –soltó la
reprimenda de carrerilla, elevando la voz a cada palabra que decía y apretando
los puños.
-Desde
luego las vistas son espectaculares en este momento –comentó él sonriendo
pícaramente.
Entonces
Cassandra recordó su evidente y casi completa desnudez y recogió rápidamente el
vestido, poniéndolo sobre su cuerpo para cubrirse. Se maldijo interiormente por
haberse olvidado de algo tan importante, y se preguntó por qué diablos aquel
hombre le hacía olvidar la mitad de las veces lo que llevaba, o en ese caso no
llevaba, puesto.
-Sal de
mi habitación, ¡ahora!
Él se
levantó de la cama, donde había esperado sentado, y se acercó a ella despacio,
lamentándose interiormente por ser un idiota de la más alta categoría al decir
lo que había dicho.
-Domenico,
he dicho que salgas, fuera de mi cuarto, ya –repitió, todo el cansancio de
hacía unos instantes ya desaparecido.
-Cassandra,
un momento, no esperaba que fueras a entrar medio desnuda en la habitación, lo
siento de verdad. Por favor, espera –se paró frente a ella, cerró los ojos y
cubrió estos con las manos-. Vístete, no miraré.
Ella le
rodeó, aún cabreada, y se colocó la camiseta, suficientemente grande como para
cubrirle hasta medio muslo. A continuación se metió en la cama y se cubrió con
las sábanas.
-Tienes
dos minutos para explicarme qué haces aquí, después te vas.
Domenico
se dio la vuelta y la observó, aunque no se atrevió a acercarse y sentarse al
borde de la cama, tan solo asintió en silencio.
-Quería
pedirte perdón por lo de antes. Lara es… bueno, es Lara. No es tan mala chica
si se la conoce pero… El caso es que siento que te hiciera sentir incómoda, y
no quiero que estés enfadada conmigo, es solo una vieja amiga, poco más que una
niña a la que nunca le han negado nada, y no sabe aceptar un no por respuesta
–permaneció inmóvil cuando acabó de hablar.
-¿Y qué
se supone que intentas decirme con eso? –ella no cedería un ápice, jamás lo
había hecho y no iba a empezar entonces.
-Oh,
vamos –exclamó el nervioso, pasándose la mano por el pelo repetidas veces-.
Sabes qué quiero decir. No hay nada entre Lara y yo, y por mucho que lo niegues
antes te has marchado de la habitación cabreada.
Cassandra
lo fulminó con la mirada.
-Fue ella la que me puso furiosa no vosotros –hizo énfasis en ambos
pronombres tratando de dar un significado que a ella le parecía muy claro.
-¿Y qué
fue exactamente lo que te molestó entonces, Cassandra? –no pretendía mostrarse
cabreado ni elevar la voz, pero llevaba demasiadas horas sin dormir y su
paciencia no estaba en su mejor estado.
Cassandra
por su parte cogió, retorció y soltó su cabello repetidamente, sin saber si
responder o no a aquella pregunta. Seguía repitiéndose una y otra vez que su
repentino e intenso cabreo no tenía justificación alguna, que no le incumbía en
absoluto lo que Domenico hiciera o dejara de hacer con su vida, y menos todavía
en lo referente a su vida amorosa. Pero la impotencia de no saber qué decir
estaba consumiendo su tranquilidad a cada segundo que pasaba, y el sentimiento
de furia e indignación que se negaba a abandonar su interior estaba comenzando
a exasperarla. Notaba la mirada de Domenico sobre ella, sabía que tenía que
decir algo, cualquier cosa por tonta que pareciera, que no podía permanecer en
silencio como una niña enfadada, estúpida y confusa. Se retorcía las manos en
el regazo con insistencia, pensando que cualquier respuesta que diera no sería
la adecuada, que metería la pata hasta el fondo, a pesar de que siempre había
sabido controlar todo tipo de situaciones, porque con Domenico todo era
distinto. Podía perder los nervios en un instante sin un motivo suficientemente
bueno para ello siempre que él estuviera implicado, y notaba como su
autocontrol, o el control sobre cualquier cosa de su entorno, se escapaba entre
los dedos de sus manos como si fuera agua cuando él le regalaba una de aquellas
sonrisas que derretían al mismísimo hielo. Y aquella noche el control se había
escapado de sus manos, había reptado hacia la puerta y había salido por la
rendija de debajo para no volver hasta mucho después, y simplemente dejó todo
ir.
-Esa
maldita actitud de niña arrogante a la que le han dado todo en la vida, y que
se cree con derecho de tener para sí todo aquello en lo que posa su vista si
llama su atención lo suficiente, ¡a pesar de que no sea suyo! –explotó sin
apenas notarlo ella misma, se levantó de la cama y se plantó a centímetros de
Domenico-. Y desde luego, tú no eres suyo.
Tiró de
las solapas de su camisa hacia sí y estampó sus labios sobre los de Domenico,
dándole muy poco tiempo a reaccionar. Jamás habría pensado que haría eso, ni en
mil años. Si un par de días atrás le hubieran dicho que acabaría sucediendo
algo así se habría reído en la cara de quien se lo dijese para a continuación
largarse a seguir tranquilamente con su vida. Puede que hubiera admitido la
atracción que sentía por Domenico, pero jamás pensó que sería ella la que
mandaría al garete todos sus estúpidos principios y le besaría como si fuese lo
único necesario para seguir viviendo. Pero, a pesar de todo, seguía
repitiéndose que no era algo tan importante, que solo era una mujer, y que
Domenico era demasiado apuesto para el bien y la cordura de cualquiera del
género femenino, incluyendo, muy a su pesar, a ella misma.
-¿Cassandra?
–murmuró él de repente, sus labios aun tocándose pero sin moverse.
En ese
instante se dio cuenta de que había dejado de besarle cuando su mente comenzó a
buscar excusas a su comportamiento. Se maldijo a sí misma interiormente, por su
debilidad y por parecer estúpida, y apartó el rostro a un lado.
-No lo
hagas, Cassandra –él le giró el rostro suavemente y pasó la mano por su
mejilla.
-¿Qué no
haga qué? –preguntó ella extrañada.
-Eso
–dijo señalando su rostro serio y pasando el pulgar por su ceño ligeramente
fruncido-. Pensar que eres una estúpida, débil, que te has dejado caer como cualquier
chica boba que se derrite ante el primer tipo guapo que la hace caso. Olvídate
de eso, porque tú no eres ni serás jamás como una de esas chicas, o como
cualquier chica, en realidad. Eres tú, preciosa, inteligente, desconcertante,
malhumorada, pero con una sonrisa tan dulce que muchos morirían felices si
fuera lo último que vieran… Eres tú, solo tú, y eso es lo que me gusta de ti.
Cassandra
estaba atónita, mirándolo como si fuera el ser más extraño que se hubiera
cruzado en su vida. Su rostro se calentó en algo que hacía ya muchos años no
sufría. Sonrojo. Estaba tan conmovida por lo que había escuchado que sus
mejillas adquirieron un encantador tono rojizo, que Domenico adoró con cada
fibra de su ser, sobre todo por ser él quien provocara algo tan poco común en
ella.
-Uh, eso
puede haber sido muy empalagoso –comentó él sonriendo-. Pero sigue siendo
cierto.
Y ante
eso ella no contestar nada. Su boca se negaba a cooperar, pero aun así ¿qué
habría podido decir? ¿”Gracias”? ¿Habría tenido que salir con su típico “no
digas tonterías”? No creía que hubiera una respuesta buena para aquello, así
que simplemente permaneció en silencio. Ambos se limitaron a observarse, sin
intención de moverse o hablar, hasta que Cassandra dejó escapar
involuntariamente un bostezo que le hizo llevarse las manos a la boca y ampliar
los ojos con sorpresa, lo que hizo reír a Domenico.
-Me
parece que necesitas dormir ya –comentó sonriendo.
Ella
asintió, y a punto estaba de darse la vuelta para meterse entre las sábanas,
cuando él la alzó en volandas, provocando en ella un jadeo de sorpresa, y la
dejó en la cama, depositando un tierno beso en sus labios antes de taparla con
las sábanas de color melocotón.
-¿Por
qué has hecho eso? –preguntó Cassandra entré enfadada y divertida.
-Porque
sí –se limitó a responder él dedicándole una flamante sonrisa.
Ella se
encogió de hombros y se acurrucó en las sábanas mientras cerraba los ojos, notó
el cambio de luz en el cuarto al apagarse esta y esperó a que sonara el ‘clic’
de la puerta al cerrarse, pero no ocurrió. Unos segundos después notó que la
cama se hundía a su lado y se giró para ver a Domenico tapándose con las
sábanas.
-Pero,
¿qué…?
-Shhh –siseó
él poniéndole un dedo sobre los labios-. Duérmete.
La
atrajo hacia sí pasando un brazo por su cintura y la recostó en su pecho.
Cassandra casi se quejó, casi, pero admitió para sí misma que estaba demasiado
cansada y cómoda para moverse, así que no lo hizo. Murmuró un escueto “buenas
noches” y cerró los ojos con cansancio.
-Que
descanses preciosa –notó el beso que Domenico depositó en su coronilla, y con
un suspiro de agotamiento, se quedó dormida.
Espero que os haya gustado mucho el capítulo, porque yo solo sé que andaba emocionada escribiendo la última parte y escribía, borraba, escribía, revisaba todo, volvía a borrar, reescribía... toda una locura. Pero es que o la situación no me gustaba cómo surgía, o el diálogo me parecía muy tonto, o las escenas demasiado inverosímiles, pero mira, que después de darle mil vueltas me parece que el final ha quedado muy tierno *^*
Ahora tengo un dilema con el siguiente capítulo (SÍ, estoy como con ganas de escribir y quiero aprovecharlo jaja), y es que el despertar no lo tengo muy claro, osea el capítulo en sí creo que se cómo montarlo, tengo intención de meter pequeños flashback de la fiesta (porque lo cierto es que se sabe poco, y seguro que hay ganas de conocer detalles, porque en las fiestas SIEMPRE pasa algo jaja) y darle un poquito más de protagonismo a Alice, peeeeeeeero en el momento despertar tengo un dilema, y es, que en mente tengo dos escenas un tanto distintas. Puede ser un despertar algo así como confuso, incómodo, aunque algo más dulce por intervención de Domenico, o uno más romántico para mi gusto, pero también algo más acalorante (ya me entendéis), no demasiado y no sé hasta que punto, pero no considero esto una historia demasiado hot, así que nada muy descripctivo. Ains, no sé, tengo mis dudas, serias dudas, así que o espero a que mi cabeza quiera decidir (que eso puede llevarme un tiempo, conociéndome xD) o (y lo que yo creo mejor), hago esto un poco a demanda, osea, opináis que os parecería mejor para el momento despertar, podéis dar las ideas que queráis, comentarme cositas, todo me vale ^-^ Y así se un poco que es lo que se quiere ver en la historia y puedo escribir más acorde a ello.
Bueno, bloggeras mías, lo dejo en vuestra manos, que seguro que me sugerís lo más acertado :D
Besos mil!!!!
MOMENTO ACALORADO! MOMENTO ACALORADO! VOTO POR EL MOMENTO ACALORADO! ¡¡¡¡Ò.Ó!!! jajajaja, bueno, en realidad me gustaría una combinación de ambas porque creo que este capítulo terminó en algo muy tierno y me gustaría que comenzara en una situación incomoda que resultara divertida para el lector pero que poco a poco fuera volviéndose más romántica hasta termina en el momento acalorado :D me debes ese momento desde la escena del vino :c yo quería que terminaran borrachos haciendo cosas indebidas pero me dejaste hasta el beso ): jajajaja:3 es que Cassandra se hace mucho del rogar y eso está bien, está perfecto en la vida real, yo haría lo mismo pero esto es una novela ¡que se rinda ante el encanto de Domenico! *----*
ResponderEliminarPues ya te voy diciendo que Lara no me agrada e_e que quite sus garras de Domenico! Lo que me encantó fue que él la mandara a volar dándole su lugar a Cassandra. Dónde pido un hombre así, Ainhoa? Este chico parece que lo tiene todo *^* nada más le ponemos el cabello negro azabache, los ojos negros, y lo pido para llevar (no recuerdo tu descripción de él :S sólo sé que a Domenico me lo imagino con el cabello muuuuuy cortito, castaño oscuro y ojos azulitos:3).
Cassandra a veces me desespera mucho, pero admito que en la vida real preferiría su actitud a la típica niña que ruega por un poquito de atención. Sabes? en estos dos capítulos me la imaginé como si fueras ella, no sé, quizá es por eso de que ahora he podido conocerte un poquitito mejor. Pero ya no siempre veo a la protagonista que imaginé, ahora te veo a ti ._. pero eso esta bien, no? así te quedas con Domenico:3
Yo ya quiero conocer a Lorenzo :c (así se llama, cierto? xD) ¿cuándo sale él? auuuunque la verdad es que me encanta que por fin la parejita principal esté mostrando avances. La que me da mucha curiosidad ahorita es Alice, imagino lo que estaba haciendo para que su cabello terminara así pero no puedo dejar de preguntarme quién la acompañaba ;) mi memoria empieza a fallarme y he olvidado quién le gustaba. Estoy entre alguien que trabaja para su familia y el vecino ._.
Puedes darme un bofetada virtual por estar confundida con eso x)
Me gustó mucho el capítulo Ainhoa :D espero al siguiente!
El momento incómodo lo cierto es que no puede faltar jaja Eso es algo que he ido pensando y sí que va a estar, después creo que según vaya escribiendo veré lo que le va mejor o peor, pero creo que un momento acalorado se incluirá, lo que no sé es cómo de acalorado
ResponderEliminarNadie quiere a Lara, la quise hacer un personaje en el que desahogar frustación y odio jaja Es una perra tota, por mucho que Domenico no quiera verla así, ya se demostrara eso en las cosas que hará o que salgan a relucir de su pasado xD
Domenico creo que tuve el fallo de no describirlo bien. Mencioné que tenía los ojos grises, y el pelo no lo dije en ningún momento, pero en mi cabeza siempre ha sido algo así como color oscuro, pero no negro del todo, y más bien corto, pero no excesivamente jaja
Cassandra se desespera a sí misma, esa es la gracia del personaje xD Oh, me imaginas como Cassandra :O Tiene gracia porque últimamente ando experimentando tonos de rojo y antes de que se me fuera un poco el color por los lavados y eso lo tenía de un tono que en mi cabeza es bastante parecido al suyo jaja Yo solo sé que quiero un Domenico *-*
Mi amiga Marta me dice que a ver qué pasa con Lorenzo, porque ando siempre diciendo que voy a sacarle pero cuando estoy dispuesta a ello me parece que jodería la situación de una manera que no me gusta y lo dejo para el siguiente xD Pero mi intención actual es sacarlo un par de capítulos más adelante, como mucho.
Alice (mirada perver) se lo pasó bien en la fiesta, sí jajaja El capítulo próximo que suba sabréis quien es el que provocó aquello xD
Besos Kash, me alegro que te haya gustado!! :D