Capítulo 5: Llamadas telefónicas
La boca de Cassandra formo una “O” y en sus ojos brillaba la confusión.
-¿Siena? ¿Por qué demonios
debería ir contigo a Siena? –preguntó mordazmente.
-Escucha. Solo… -comenzó
Domenico tratando de explicarse.
-¿Cómo se te ha ocurrido
semejante locura? –le interrumpió ella.
Acto seguido, Cassandra se
levantó del confortable sillón y salió de allí prácticamente corriendo. En ese
momento agradecía realmente el haber elegido por la mañana los tacones de menor
altura que llevaba en su equipaje. Oía la voz de Domenico llamándola unos
cuantos metros por detrás de ella, pero no podía, no quería detenerse. ¿A quién
en su sano juicio se le ocurriría proponerle un viaje en su compañía a alguien
que apenas conocía? Cassandra siguió andando, casi corriendo, sin saber muy
bien hacia dónde se dirigía, manteniendo el ceño fruncido y una expresión
confusa. Al cabo de unos minutos decidió que aquello no podía seguir así, andar
sin control por las calles de Florencia no la llevaría a ningún lado, por lo
que se detuvo y esperó deseando que algún taxi pasara por allí. La providencia,
Dios o quien fuera que se encargara de aquellas cosas decidió darle una tregua por
aquel día y no mucho tiempo después un brillante taxi sin pasajeros paró junto
a ella.
-Buongiorno, signorina –dijo el taxista con amabilidad.
-Buongiorno –saludó ella a su vez y a continuación le dio el nombre
de su hotel, con la esperanza de llegar allí lo antes posible.
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Domenico se levantó casi
al mismo tiempo que Cassandra, sacó de su cartera un billete lo más rápidamente
que pudo y lo lanzó sobre la mesa, sabiendo que cubriría de sobra los dos cafés
y trozos de tarta que ni siquiera habían tenido tiempo de probar. Comenzó a
correr tras ella, llamándola a gritos, hasta que su propia cordura tomó el
control y le hizo frenar en seco, nada ganaría montando una escena en plena
calle. Tratando de normalizar su agitada respiración sacó el móvil del bolsillo
de su chaqueta y marcó el número de Claudio.
-Ve a casa y deja allí el
coche, tienes el resto del día libre –dijo rápidamente y colgó sin esperar
respuesta.
Comenzó a caminar
lentamente, a la velocidad de un simple paseo, hasta llegar a un parque que se
encontraba no muy lejos de la pequeña cafetería dónde había visto a Cassandra
salir huyendo de él. Una vez se vio solo admitió que su arrebato de invitarla a
Siena con él no había sido para nada inteligente, y muchos menos de la manera
que se lo había dicho. ¿Por qué demonios había dicho palabras semejantes? Ni
siquiera lo pensó, tan solo le pareció una buena experiencia el viajar con ella
a Siena. ¿Y qué harían una vez allí? ¿Presentarla a su familia como la empleada
estrella de una empresa que buscaba tenerlo como socio? Sonaba sencillamente
ridículo. Pero por otro lado, sentía que ese posible –aún quería creerlo
posible- viaje traería algo bueno a su vida. Su última relación había sido un
verdadero desastre. Elisabetta, cinco años de noviazgo, a tan solo dos meses de
su boda y ella había salido corriendo para refugiarse en los brazos de un
parisino pintor bohemio de ojos negros llamado Baptiste. Meses después de aquel
suceso caviló sobre los sucesos de su vida con ella hasta llegar a la
conclusión de que en todo ese tiempo ninguno de los dos había dicho un “Te
amo”. En el fondo que ella huyera había sido lo mejor, lo sabía, pero no podía
evitar sentirse reacio a las relaciones desde entonces.
-Che diavolo sto pensando? –se reprendió a sí mismo en su lengua
natal.
Apenas conocía a aquella
mujer, no podía estar pensando en una relación ni nada por el estilo. Se golpeó
en la frente y suspiró, aquello le iba a llevar a la locura. Entonces su
teléfono comenzó a sonar, sacándolo de sus extraños pensamientos.
-¿Alice? Claro que iré a
tu fiesta de cumpleaños –exclamó sonriendo.
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-¿Quién demonios se cree
que es? –preguntó sin esperar contestación de la persona que la escuchaba al
otro lado de la línea.
-Cassie, tranquilízate de
una vez –trataba de calmarla Lorraine-. No te ha pedido huir con él para
casaros en Las Vegas.
-Te aseguro que ahora
estaría detenida por intento de asesinato en caso de que me hubiera propuesto
eso último –replicó ella sin atisbo de humor en su voz.
-Cassandra Eunice
Diamantidis, calma ese endemoniado temperamento tuyo –la reprendió Lorraine.
-Lorri, jamás, óyeme esto,
jamás vuelvas a llamarme por mi segundo nombre. Sabes de sobra que lo odio
–dijo Cassandra irritada.
Nunca le había gustado su
segundo nombre, por mucho que fuera el de su abuela paterna, con la que estuvo
algún tiempo muchos años atrás hasta su muerte.
-Vale, lo siento –se
disculpó su amiga-. Y ahora bien, ¿qué piensas hacer con el bombón italiano?
–preguntó sin intención de fastidiar.
-¡Lorraine! No pienso
hacer nada –dijo remarcando es última palabra-, con ese “bombón italiano”. Fue
un completo descarado preguntando algo así. Con suerte no tendré que volver a
cruzar ni media palabra con él.
-Jamás te había visto
molestarte así por ningún hombre, señorita yo-odio-el-amor –comentó Lorri con
retintín-. ¿No será que te gusta ese florentino guaperas?
-Jamás –soltó ella con furia.
-Cuanto más lo niegues,
más convencida estaré de que es así. Tu actitud siempre es la indiferencia
hacia todo lo relacionado con el género masculino.
Cassandra guardó silencio.
Sabía que en esto último su amiga no estaba equivocada, no podía negarlo. Se
había encontrado en situaciones algo escabrosas con algunos hombres que mostraban
una excesiva atención sobre su persona, y siempre había mantenido la calma y
una total indiferencia ante todo. Pero no, no y no se sentía atraída hacia ese
estúpido italiano con exceso de confianza. No iba a negar que fuera apuesto, y
claro que podía atraerla físicamente, no era estúpida, y por mucho que se
alejara de los hombres en lo tocante a relaciones formales no era una santa que
se había mantenido a millas de cualquiera del género masculino.
-¿Cassie? ¿Sigues ahí? –preguntó
Lorraine interrumpiendo sus pensamientos.
-Sí, Lorri, sigo aquí.
-Sabes que te gusta, no sé
por que te molestas en negarlo. No es ningún pecado que rompas esa estúpida
norma de no-enamorarse-jamás que tú misma te has impuesto –dijo su amiga
tratando de sonar comprensiva.
-Lorri, no quiero seguir
hablando de esto –la voz de Cassandra sonaba ya rendida-. Te llamo mañana.
-Hasta mañana, refunfuñona
–se despidió Lorraine tratando de aligerar un poco la intensidad de la
conversación-. Sabes que te quiero.
-Lo sé, yo también te
quiero –asintió ella con una pequeña sonrisa entre los labios-. Ciao.
Cuando colgó el teléfono
un sabor amargo le recorría la boca. Lorraine solía tener razón en todo a lo
que Cassandra refería, y ella lo sabía, pero esta vez no era así, Domenico
estaba absolutamente descartado para cualquier relación que se saliera de lo
profesional. Puede que le agradara, tampoco iba a tacharlo de despreciable,
pero todo quedaría en un simple agrado, por mucho que su amiga insistiera en
ver cosas donde no las había.
Tratando de olvidar por un rato el asunto se dirigió al baño, deshaciéndose
de su ropa según caminaba hacia allí. Una enorme bañera de hidromasaje repleta
de agua con espuma que desprendía un delicioso vapor con olor a jazmín le
esperaba al fondo del cuarto. Se introdujo lentamente hasta quedar cubierta
hasta el cuello por la espuma, cerró los ojos y trató de dejar su mente en
blanco. Pero lo relajante de la situación no duró mucho, pues su móvil comenzó
a sonar, ante lo que ella soltó un bufido de resignación.
-Creo que estoy empezando
a odiar estos cacharros infernales –dijo con enfado antes de descolgar-. ¿Diga?
-¿Cassandra? Soy Charles,
Tyler y la mayor parte de la junta están aquí conmigo –le comunicó él con voz
seria.
-Buenas tardes a todos
–saludó ella cortésmente.
-Querida Cassandra –ella reconoció
la voz de Tyler-, creo recordar que tu trabajo era mantener, por todos los
medios, a Di Genaro interesado en nuestra empresa.
-¡Y lo está! –medio gritó
ella sorprendida-. Prometió acordar una reunión en cuanto volviera de Siena.
Todavía tenía que comentaros esto último, pero solo aplazó la reunión, no la
canceló
-¿Podrías explicarnos
entonces por qué hemos recibido una llamada de su secretaria hacia apena media
hora diciéndonos que “el señor Di Genaro no está del todo convencido con esa
reunión”? –preguntó otra voz a la que ella no fue capaz de poner nombre.
-¿Cómo? Ese maldito va a
enterarse de quien es Cassandra Diamantidis –espetó con furia-. Llamaré más
tarde –y sin esperar contestación, colgó.
No podía creerlo. ¿Por qué
diablos había cancelado esa reunión? Si todo se debía a su negativa de
acompañarlo a Siena, entonces había sido verdaderamente rastrero. Su teléfono
sonó de nuevo.
-¡Maldita sea, Charles! He
dicho que lo solucionaré. No me presionéis más –dijo toscamente sin mirar el
identificador de llamadas.
-¡Cassandra! –la reprendió
una voz femenina.
-¿Mamá? ¡Oh! Lo siento
mucho, pensaba que llamaban de la empresa –dijo algo más relajada.
-¿Qué ocurre, cielo? –preguntó
su madre con preocupación.
-Es largo de contar, mamá.
Llevo toda la tarde hablando por teléfono, ¿no puedo llamarte más tarde?
-Cassandra... –dijo en
tono de advertencia.
-Está bien –se resignó
Cassandra.
Durante unos largos
minutos le contó a su madre todo de principio a fin, desde el instante en que
se encontró con Domenico en el avión hasta lo ocurrido unas horas atrás.
-Siempre he dicho que no
confíes fácilmente en los hombres Cassandra, pero eso no implica desconfiar del
todo de todos ellos en todo momento y situación –dijo su madre con paciencia-.
Creo que fue descarado por su parte invitarte de esa manera, pero también creo
que eres terriblemente temperamental y no hay quien maneje tu carácter, ni tan
siquiera tú misma sabes controlarlo, y luego te arrepientes de actuar impulsivamente.
No trates de negarlo, sabes que es cierto –añadió rápidamente.
-Lo sé, mamá. Sé que lo
soy –admitió ella-. Pero esta vez no es sobre mi temperamento. Estoy convencida
de que trata de manipularme para que vaya con él a Siena, sino ¿por qué su
secretaria diría que no está seguro acerca de la reunión?
-No lo sé, querida. Puede
que lo mejor sea hablar con él, ¿no crees?
-Sí, seguramente sería lo
mejor –aceptó Cassandra-. Pero dejemos esto, estoy cansada de darle vueltas una
y otra vez al mismo tema. Lo solucionaré tarde o temprano –dijo tratando de dar
por finalizada la conversación.
-Está bien, cielo –le
consintió su madre-. ¿Has hablado con tu padre últimamente?
-No, hace mucho que no sé
de él ni de su querida familia –contestó Cassandra con desagrado.
-Cassandra –dijo su madre
con reproche en la voz-. Damaris es una mujer realmente agradable, por mucho
que trates de odiarla. Ella no tiene culpa de nada, ni tampoco Ciro o Dafne.
Damaris era la segunda
esposa de su padre, con la que ya llevaba 14 años casado. Ciro, de 19 años, era
hijo del primer matrimonio de Damaris, mientras
que Dafne, de 13 años de edad, era hija de Leandro y Damaris. Cassandra no
negaba que adoraba a su hermana pequeña, pero no podía decir lo mismo de su
para-nada-querido hermanastro. Ciro era arrogante, superficial y para nada del
agrado de Cassandra, pero nada podía hacer para remediar eso. Damaris era una
mujer alegre, de largo cabello rubio y ojos color almendra, que dedicaba la
mayor parte de su tiempo a preparar dulces en la cocina de su pequeña tienda en
una isla griega llamada Corfú. En el fondo, sabía que no podía tener nada en
contra de esa mujer, pues nada había tenido que ver con la brusca separación de
sus padres, pero no podía evitar el no apreciarla del todo.
-Olvídalo. ¿Qué tal los
gemelos? Hace ya tanto que no les veo –suspiró con pesadez.
Por otro lado, Cassandra
tenía dos revoltosos hermanos gemelos, Tomás y Lucas, hijos del segundo
matrimonio de su madre con el siempre jovial Mateo. Los hermanos tenían tan
solo 11 años, y difícilmente conocía ella niños más traviesos que esos dos.
Pero, a pesar de todo, los quería, al igual que a su padrastro.
-Como siempre, cielo.
Armando jaleo cada vez que ven una oportunidad. No sé qué haré con estos chicos
si no mejoran su comportamiento –dijo suspirando su madre.
-Siempre puedes mandarlos
a Manhattan conmigo. Es indudable el hecho de que se comportan mejor cuando
estoy con ellos –bromeó ella.
-Mira, puede que te tome
la palabra –se carcajeó.
-Sabes que adoro hablar
contigo, pero tengo que arreglar… cosas.
-Lo sé. Arregla todo
cuanto antes y deja de lado el estrés. Quizá, después de todo, no te vendrían
mal unas pequeñas vacaciones en Siena –rio su madre.
-¡Mamá! –le reprendió
ella.
-Está bien, está bien.
Adiós, cielo –se despidió.
-Adiós –dijo Cassandra de
vuelta.
Un suspiro pesaroso escapó
de entre sus labios. Era hora de llamar a Domenico y pedir explicaciones. Aunque
nadie había siquiera sugerido algo así, sentía que gran parte de su trabajo
dependía de aquello.
…………………………………………………………………..
-¿Diga? –descolgó Domenico
el teléfono.
-¿Quién demonios crees que
eres? –gritó Cassandra desde el otro lado del teléfono.
-Buenas tardes, Cassandra.
Se te ve tranquila –dijo irónicamente, lo que provocó que ella casi bufara de
exasperación.
-¿Cómo se te ocurre decir
que tal vez ya no estés interesado en lo de la reunión? –preguntó ella
realmente enfadada-. Mis jefes se me han echado encima. Estoy segura de que…
-Espera, espera –la detuvo
él totalmente confundido, saliendo de la cocina, donde estaba preparado la
cena-. Yo no he dicho a nadie que ya no esté interesado en la reunión.
-Claro, ¿pretendes que me
crea eso? Entonces tu secretaria llamó por su cuenta y les contó una mentira a
mis jefes, ¿no? –dijo ella con sorna-. Todo tiene mucho sentido, sí señor.
-Cassandra –trató de
llamar su atención él con voz seria-. Te prometo que no se absolutamente nada
de esa llamada. Lo juro.
-No trates de engañarme –aconsejó
ella con voz más calmada.
-No lo hago, te lo prometo
–aseguró él solemnemente-. Pero creo que se quien tiene la culpa de todo esto.
-¿Quién? –preguntó
Cassandr intrigada.
-Mandaré a Claudio a recogerte
al hotel. Y por favor, no discutas –añadió rápidamente al adivinar las
intenciones de ella-. Solucionaremos esto.
-Está bien –aceptó ella-.
Hasta luego.
-Hasta ahora –se despidió
él, y colgó.
Claro que tenía una idea
de quien podría haber prácticamente cancelado esa reunión. Ese pequeño terremoto
rubio de 22 años no sabía no meterse en asuntos ajenos. Cogió de nuevo su móvil
y llamó al primer número de su agenda.
-¿Se puede saber que
diablos has hecho, Alice?
*Moviendo el cuello de derecha a izquierda y viceversa, preparándose para despotrica contra Cassandra*
ResponderEliminar¡QUE DEMONIOS LE OCURRE! Está bien que sea todo lo temperamental que quiera ser pero tiene síndrome de princesa. Domenico ya casi casi le está rogando porque ella le hable y todavía se pone sus moños cuando debería luchar para que él se reúna con sus jefes. Aaaah y a parte la señorita le grita a sus superiores, ¿pero qué se cree? Está bien tener un trauma con los hombres, pero tampoco es para que tenga esa actitud. Y luego dice que Domenico es quien tiene exceso de confianza ¡por favor! Que mujer tan exasperante -.-
Por otro lado no entiendo como para qué Alice hizo eso pues que yo sepa Cassandra no le ha hecho nada, y no creo que sea para que Domenico si vaya a su fiesta porque él ya había dejado en claro en el capíulo anterior que la reunión sería después del evento.
Me gusta que vayamos sabiendo poco a poco sobre la historia de ambos. Lo de Domenico con su novia me ha parecido algo triste pero su reflexión muy acertada, totalmente comprensible. Y sobre la de Cassandra entiendo su sentimiento aunque yo no tenga un hermanastro como Ciro xD Por cierto... Ciro eh? Digo quizá empiece con mis divagaciones o absurdas teorías pero como él no está ligado con ella bajo ningún gen famiiar podría ser un tercero en el romance *w* okey no xD Él es algo pequeño para ella.
Cassandra y Domenico tienen muchas cosas en común pero a la vez son como el agua y el aceite. Más vale que Cassie pronto esté flojita y cooperando (?) xD
La verdad es que es una lastima que las tartas y el café se desperdiciaran, a mí no me gusta lo dulce pero digo si se levantaron tan temprano para comer pues que valga la pena D': A la siguiente Cassie paga!
Bueno Ainhoa nos vemos C: Muchas gracias por seguir subiendo tan frecuentemente, eso me alegra como no tienes idea. Nunca sobra decirte y recordarte lo mucho que me gusta tu novela C:
Te mando un abrazote enorme C:
Linda Ainoha!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarLo siento por no pasarme en tu blog en todo este tiempo, creo que una semana(?) LO SIENTO :'C he tenido una semana ultra-mega pesada, las clases y todo en Inglés me revuelven XD pero yaaaa estoy aquí y tengo que decirte que la actitud de Cassie me dejo desconcertada D: hahaha no era para que se pusiera tan enojada(?) y como decía su amiga Lorri, si de verdad no le importara Domenico no se hubiera comportado así, se hubiera comportado con indiferencia como con todos :P
o no??? :P eh!!!! :P hahaha para mi que es verdad pero ella no lo quiere entender XD
Buena información de la familia de Cassie :3
Domenico aww me dio tanta tristeza :c XD hahaha pero al último mantuvo la costura, bien por él, ni que Cassie fuera que o que :P hahaha tampoco era para andarla siguiendo hasta el final del mundo, como él dice, ¡Apenas y se conocen!, pero aww ya le robo un pedacito de su corazón (?) falta que Cassie copere y se vayan a Siena♥ :P unas vacaciones no estarian tan mal :P como dice su mamá XD hahahah :P
Me encantó el final, ¿Quién será Alice? su hermano tal vez :P ?
wuwuwuw ya quiero saber cual será la participación de el :P
Bien, ya, lo siento por no decirte mucho más de lo que tengo que decir de tu capítulo :c pero tengo que pasarme por muchos más blogs :c ¡Un gran saludo! y de nuevo una disculpa, pero ya estoy aquí, más vale tarde que nunca♥
Wooo, me encantó! Ainhoa... Y tengo mucho que decir, pero te digo de inmediato que tendré que resumirlo por mi "enfermedad" (tendinitis) y me duelen muchísimo mis manos ><.
ResponderEliminarOkey, me encantó... (ya lo había dicho jaja) que mal lo que le pasa a la chía, igual se nota que está muy confundida y lo que le dijo su amiga es muy cierto jaja y su mamá más razón tiene, y me gustó muchísimo todo lo que le dijo! Como siempre he dicho... Las mamás siempre tienen la razón jajaj ><.
Y pobre Domenico, a mí me encanta y ella no lo toma ni en cuenta... Aunque yo tampoco hubiese aceptado ese viaje jajaj nono, recién conociéndolo... NEVER. Pero igual es un dulce, se le nota... A menos que sea un hipócrita, pero tendría que ser un actor más que excelente...
Y nada, ya quiero saber qué pasara con la secretaria y con la reunión... Espero se concrete pronto!
Un abrazo, cariño :)