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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Besos de Rubí: Capítulo 6

Capítulo 6: Vino y confesiones

Flashback

            -Será genial, llevo organizando esta fiesta mucho tiempo –la voz emocionada de su hermana provocó una sonrisa tonta en el rostro de Domenico.
            -Claro, después de pasar unos durísimos años en el extranjero “estudiando” –se burló él tratando de remarcar el sarcasmo en la última palabra-, te mereces una buena fiesta que compense los años lejos de casa, ¿no?
            -Odio cuando te pones sarcástico, ¿sabes? –respondió ella algo enfurruñada-. Y por supuesto que merezco esa fiesta. Cuando cumplí 18 estaba en la universidad y no tuve la oportunidad de celebrarlo, y así todos los años hasta este. ¡Tengo derecho a mi fiesta! –gritó con voz de niña pequeña.
            -Yo no he dicho lo contrario, Ali.
            A pesar de no obtener respuesta, Domenico sabía que esos instantes su hermana estaría sacando la lengua al teléfono haciendo uso de su habitual actitud infantil.
            -Vas a cumplir 22 años Ali, ¿de verdad te parece maduro seguir sacando la lengua al teléfono cuando te cabreas? –preguntó él sin esperar respuesta, riendo al imaginar la cara de su hermana.
            -¿Cómo…?
            -Olvidas que soy tu hermano mayor y te conozco como nadie, enana –se burló él remarcando el apelativo cariñoso.
            -No, Mimmo, no lo olvido. Nunca dejas de repetírmelo –bufó ella.
            Domenico emitió un murmulló de asentimiento, y gesticuló una sonrisa al oír el diminutivo de su nombre. Hacía ya tanto que nadie lo llamaba así que casi lo había olvidado.
            -¿Y qué tal van los negocios hermanito?
            -Como siempre, Ali –contestó él algo incómodo recordando a Cassandra.
            -¿Por qué me ha sonado extraña esa respuesta? –preguntó ella frunciendo el ceño.
            -No entiendo por qué ha podido parecerte extraña. Es igual de buena que cualquier otra –trató él de evadirse del asunto.
            -No es la respuesta, idiota, es tu tono. Algo ha ocurrido, ¿me equivoco?
            Él no respondió.
            -¡Mimmo! Sea lo que sea quiero que me lo cuentes ahora mismo –ordenó con un deje de súplica en su voz.
            -No me dejarás tranquilo hasta saberlo, ¿cierto?
            -Has sido tú quien ha dicho que me conocías mejor que nadie, así que ya sabrás la respuesta –le recordó ella con retintín.
            -Como quieras –se resignó él, para a continuación contarle todo lo ocurrido a penas media hora antes en el café.
            Alice se mantuvo en silencio, escuchando a su hermano. Domenico debía admitir que, a pesar de que el comportamiento de su hermana era exasperantemente infantil la mayor parte del tiempo, pocas personas sabían escuchar tan bien como Alice. Ella emitía sonidos de asentimiento invitándolo a continuar y bufada, sonreía o exhalaba con asombro según el momento lo requería.
            -Vaya, vaya, Mimmo, creo que hemos encontrado a la única chica que ha conseguido entrar en ese corazón de piedra desde… -en ese momento guardó silencio, sintiéndose algo culpable e incómoda.
            -Lo de Elisabetta hace ya mucho que lo superé. Puedes decir su nombre tranquilamente, Alice –la tranquilizó él.
            -Lo sé, sé que lo superaste es solo… -pero se interrumpió a sí misma queriendo olvidar el asunto-. Da igual. Así que esa tal Cassandra ha despertado una llamita en ese corazón apagado tuyo con su flamante pelo rojo, ¿no?
            -No digas estupideces, hace solo un par de días que la conozco. Y tan solo son negocios –extrañamente esas palabras no le sonaban creíbles ni a sí mismo.
            -Ya, claro –respondió ella secamente-. El movimiento de Siena no fue muy inteligente que digamos, hermano mío. Yo misma le habría dado una patada en el trasero a cualquiera que se tomara tantas confianzas conmigo –confesó ella.
            -Eso espero –saltó Domenico tomando su actitud protectora de hermano mayor, provocando que Alice rodara los ojos.
            -Pero ya que está hecho, se puede aprovechar de alguna manera. Te ayudaré a conquistar a esa mujer de hielo –dijo ella riéndose-. Pensándolo tiene mucho sentido lo vuestro, ambos tenéis piedras heladas en vez de corazones. Sois perfectos el uno para el otro.
            -Alice, no vas a hacer nada –se apresuró él ignorando la última frase-. Tú manía de meterte en vidas ajenas es irritante. Promete que no tratarás de interceder –su tono de voz era ya más serio y enfadado.
            -Como quieras. Ahora tengo que irme, todavía hay que preparar muchas cosas de la fiesta. Te quiero, Mimmo –y colgó sin darle tiempo a despedirse.
           
…………………………………………………………………..

            Cassandra bajó del coche con impaciencia, esperando a que el chófer hiciera lo mismo para seguirlo hasta dónde fuera que se encontrara Domenico. El hombre permanecía en silencio, sin decir una palabra. Salieron del garaje donde había aparcado el coche a través de una puerta de metal pulcramente limpiada y recorrieron un amplio pasillo de brillantes baldosas oscuras y paredes color burdeos hasta llegar a un ascensor que les llevó al primer piso. Al abrirse las puertas Cassandra se encontró con un pequeño recibidor decorado en tonos marrones en cuyas paredes colgaban pinturas de figuras imposibles de definir de colores intensos.
            -¿Señorita? –la voz del chófer la sacó de sus pensamientos-. El señor Di Gennaro la espera en el salón.
            -Gracias.
            El hombre inclinó la cabeza y se introdujo de nuevo en el ascensor, que segundos después cerró sus puertas y se puso en marcha.
            -Supongo que por ahí se irá al salón –murmuró para sí misma mirando la puerta de madera que había frente a ella.
            Tomó el pomo con su mano derecha y lo giró lentamente, con unos extraños nervios recorriéndola de arriba abajo. Abrió la puerta lentamente, entró en la estancia y la cerró de nuevo tras de sí. Ante ella estaba el salón más impresionante que había visto en toda su vida. Ni siquiera la mansión de Taylor, su superior, dónde había sido invitada un día de año nuevo, podía compararse a aquello. Era el equilibrio perfecto de elementos modernos combinados con un estilo antiguo, al que se sumaban las exquisitas vistas de un jardín bien cuidado.
            -Buenas noches, Cassandra –saludó Domenico con tono un tanto serio, mientras permanecía de pie con las manos en los bolsillos de un desgastado pantalón vaquero.
            -Hola –saludó ella sintiéndose un tanto avergonzada.
            El silencio entre ellos era extrañamente tenso, y ambos temían romperlo. Pero, como tenía que pasar, uno de los dos habló.
            -Resulta curioso verte con vaqueros –dijo él señalando con la mirada los pantalones de tela vaquera oscura que llevaba Cassandra-. No te lo tomes a mal, es solo que acostumbrado a verte arreglada…
            -Tranquilo, sé que es solo un comentario –le cortó ella con voz amable-. Es cierto que la mayor parte del tiempo mi vestuario es bastante más arreglado que esto. Supongo que te ocurrirá a ti lo mismo, por el trabajo.
            -Sí, cierto –admitió Domenico algo más relajado.
            De nuevo el silencio cayó entre ellos, y esta vez Cassandra no pudo soportarlo.
            -Está bien, odio los silencios incómodos, y este está siendo uno de ellos –dijo con sinceridad-. Creo que tengo que pedirte disculpas por lo de la cafetería, y por haberte maldecido una y otra vez a lo largo del día. Soy muy consciente de que tengo un temperamento difícil de llevar, y suelo perder la compostura, así que lo siento –las palabras salieron una detrás de otra sin pausa, sorprendiendo a Domenico e incluso a la propia Cassandra.
            -Acepto las disculpas –titubeó Domenico-, pero soy yo quien debería decir lo siento. Mi proposición fue totalmente inadecuada, ni si quiera lo pensé.
            -Está bien, los dos nos hemos disculpado, no me voy a enzarzar en una pelea sobre quien tiene la culpa y quien no. De verdad que no podría aguantar otra discusión hoy, he tenido más que suficiente por hoy –suspiró ella dejando caer los hombros.
            -Lo mismo digo –asintió él-. ¿Quieres tomar algo?
            -Una copa de vino no me vendría nada mal, si no es mucha molestia.
            -Claro, espera un segundo, siéntate.
            Domenico se dirigió a la cocina, donde descorchó una botella de vino blanco, para después servir dos copas que llevó consigo hasta el salón.
            -Aquí tienes –le tendió la copa a Cassandra, que se había sentado en un largo sofá de cuero blanco y estaba con la mirada fija en sus zapatos, unos botines bajos de color negro.
            -Gracias –levantó la mirada de sus zapatos y cogió la copa que Domenico le ofrecía, dando un largo trago con los ojos cerrados.
            -Ha sido un día largo –comentó él.
            -He llegado a sentir verdaderos deseos de ahogar mi móvil en un vaso de agua, así que sí, ha sido un día largo –admitió.
            Domenico emitió una risa seca.
            -No te ofendas, pero somos un par de estúpidos.
            -Lo somos –río ella a su vez.
            -Por nuestra estupidez –dijo él acercando su copa hacia Cassandra, quien la chocó suavemente con la suya propia.
            Ambos tomaron un largo trago de vino y Domenico fue a la cocina, saliendo de ella segundos después con la botella de vino en la mano, que dejó en la mesa baja que había frente al sofá y se dejó caer en este último junto a Cassandra con un pesado suspiro.
Sus cuerpos apenas se tocaban y los dos bebían de sus copas de vino con la mirada perdida. El silencio en esos momentos no era tenso, sino más bien necesario, por lo que ninguno sintió la necesidad de rellenarlo con palabras estúpidas y sin sentido. Una de las veces que ella llevó la copa a sus labios, su brazo rozó el brazo libre de Domenico y un escalofrío les recorrió a ambos la columna de abajo a arriba. La sensación hizo que se miraran a los ojos con curiosidad durante unos segundos, tras los cuales Cassandra apartó la mirada ligeramente sonrojada.
            -Debería ir a ver el horno –recordó él levantándose-. ¿Has cenado?
            Ella negó con la cabeza.
            -He preparado pasta al horno con repollo y queso fontina. ¿Te parece bien?
            -Claro –asintió ella con una leve sonrisa.
            Domenico se dirigió a la cocina con paso rápido. Aquella estaba siendo sin duda una de las veladas más extrañas de toda su vida. Por una parte temía escoger las palabras equivocadas y provocar un nuevo enfado en Cassandra, y por otra la extraña corriente que había sentido al rozar el brazo de ella con el suyo le había hecho recordar las palabras de su hermana en su última conversación:
            -Domenico, sé que estás enfadado, y de verdad que siento lo que hice. Pero ahora tienes la oportunidad perfecta para hablar con ella. ¿Crees que habría vuelto a verte si no fuera por esa supuesta cancelación de la reunión? Es la primera vez en mucho tiempo que tienes ante ti la oportunidad de conseguir a alguien con quien de verdad quieras estar, deja de negar una y otra vez que no te atrae esa mujer y conquístala de una vez por todas.
            No supo que contestar ante el pequeño discurso de su hermana, y en esos momentos tampoco sabría hacerlo. La perspicacia de Alice lo sacaba de quicio. Su hermana siempre había tenido una extraña capacidad para leer los sentimientos de otros cuando ni siquiera ellos sabían lo que pasaba por su cabeza y su corazón, y esta vez él esperaba que estuviera equivocada. ¿O no? En realidad no lo tenía muy claro. Cassandra era simplemente una mujer asombrosa. Su sonrisa, su sinceridad, sus ojos e incluso ese endemoniado carácter suyo le parecían fascinantes.
Sacudiendo la cabeza, trató de concentrarse en terminar la cena y comenzó a sacar el mantel y los cubiertos.

            Mientras tanto, en el salón, Cassandra continuaba sentada en el sillón, bebiendo de su copa de vino. Se levantó de un salto sorprendida cuando su móvil comenzó a sonar. Con razón odiaba ella tanto los silencios. Miró el identificador de llamadas y vio que se trataba de su mejor amiga.
            -Hola, Lorri.
            -¿De mejor humor, Cassie? –preguntó su amiga con cautela.
            -La verdad es que sí –admitió ella con alivio-. Ya se han arreglado algo las cosas.
            -Me alegro. Últimamente hay demasiado estrés en tu vida.
            -Tengo que darte la razón en eso.
            -¿Tú dándome la razón? –exclamó su amiga exagerando-. No puedo creerlo.
            -Déjate de bromas, Lorri –dijo ella pero sin rastro de enfado en su voz.
            -Lo siento, está bien –se disculpó Lorraine-. ¿Qué haces ahora?
            -He venido a casa de Domenico a aclarar las cosas. Ahora estoy en su salón, él está preparando la cena, creo.
            -Guapo, con dinero, encantador y encima sabe cocinar. Eres una asquerosa con suerte –el humor en el tono de Lorraine era palpable.
            -Tendría suerte si fuera algo mío, pero no lo es, ni lo será, no insistas con eso –replicó Cassandra.
            -Eres una aguafiestas.
            -Gracias, amiga mía por tan bonitas palabras –contestó con sarcasmo.
            Lorraine emitió una carcajada y suspiró.
            -¿Bueno, entonces qué tal las cosas con el bombón italiano? –preguntó está vez sin malicia.
            -Lo cierto es que aún no hemos hablado sobre la reunión. El ambiente es tan tenso que podría cortarse con un cuchillo.
            -Claro que hay tensión entre vosotros, concretamente tensión se…
            -¡Lorraine! –la reprendió Cassandra.
            -Es la verdad –se defendió su amiga.
            -Déjalo de una vez. Mañana hablamos, hoy estoy ya cansada de estar pegada al teléfono.
            -Está bien. Te quiero, aguafiestas.
            -Te quiero, pesada. Adiós.
           
            Unos metros más allá Domenico permanecía en la puerta de la cocina, a espaldas de Cassandra, sosteniendo dos platos de pasta con la intención de llevarlos a la mesa. Se detuvo al darse cuenta de que ella estaba al teléfono, no queriendo interrumpir y también un tanto interesado por la dirección que tomaba la conversación. Cuando ella colgó y guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón, se apresuró a retomar su camino y depositó los platos encima del mantel ya colocado.
            -¿Necesitas ayuda? –le sorprendió la voz de Cassandra.
            -No es necesario, tan solo trae contigo la botella de vino y siéntate en la mesa, voy a por los cubiertos.
            -Como quieras –dijo ella algo agitada tras la conversación con su amiga.
            Domenico regresó a la cocina y volvió con un par de cubiertos y servilletas, que colocó en la mesa rápidamente.
            -¿Ocurre algo? –preguntó al ver el rostro de ella.
            -No, nada –se sobresaltó ella saliendo de su ensoñación.
            Con un leve asentimiento fingió creerla y rellenó las copas de ambos. De pronto recordó una parte de la conversación de Cassandra y su amiga, que accidentalmente escuchó unos instantes antes, y no pudo evitar decir:
            -¿De verdad crees que podría cortarse la tensión con un cuchillo?
            Cassandra levantó la mirada sorprendida.
            -Deberían haberte enseñado, señor Di Gennaro, que no se escuchan conversaciones ajenas –dijo manteniendo la calma.
            -Lo hicieron, Cassandra, no lo dudes. No era mi intención escuchar, tan solo fue casualidad que entrara en el salón en ese instante –se defendió él-. Pero no ha respondido a mi pregunta.
            Cassandra parpadeó confusa un segundo hasta que recordó a que se refería.
            -¿No lo crees tú? –preguntó ella a su vez.
            -No sabría decirlo. Aunque es cierto que la conversación hasta ahora no ha sido precisamente fácil y fluida.
            Ambos bajaron la vista hasta sus respectivos platos y tomaron un bocado. Cassandra se sorprendió al comprobar que en verdad aquel hombre era buen cocinero, pero permaneció en silencio. Domenico dejó los cubiertos sobre su plato repentinamente provocando un ruido que hizo levantar la cabeza a su acompañante.
            -Comparto su opinión sobre los silencios incómodos, son insufribles –comentó él.
            -Lo son –concordó ella
            -Aclarado eso, ¿podríamos evitar que la cena transcurriera envuelta en uno de ellos?
            -Sería lo mejor.
            Ambos esbozaron una ligera sonrisa y bebieron de sus copas de vino. A partir de ese instante, la conversación fluyó algo menos forzada, hablando sobre unas cosas y otras, y el ambiente se relajó considerablemente. El vino corría por sus gargantas como si de agua se tratase, y los espacios vacíos los rellenaban dando buena cuenta de la cena.
Recogieron la mesa cuando terminaron y Domenico descorchó otra botella de vino, que dejó en la mesa del café del sofá para después sentarse ambos en éste. Los dos percibían su cabeza algo embotada por los efectos de la bebida, pero continuaron con su charla mientras las copas de vino se llenaban una tras otra.
            -Así que fue tu hermana Alice quien casi provoca que mis jefes me despidiesen –comentó ella.
            -Lo siento por eso –se disculpó él.
            -No ha sido culpa tuya –le quitó ella importancia-. ¿Pero por qué lo hizo?
            -Alice está obsesionada con que rehaga mi vida tras lo ocurrido hace un par de años.
            -¿Y qué ocurrió? –ella se incorporó en el sofá y le miró a los ojos.
            -Dos meses antes de casarnos mi prometida se fue con otro –respondió él aguantándole la mirada.
            Sin saber exactamente el por qué, si por efecto del alcohol o por el estrés que había acumulado durante días, un par de lágrimas rodaron por su cara hasta caer en su regazo. Ni siquiera se molestó el limpiarlas, solamente se permaneció mirándolo con expresión de tristeza.
La imagen desconcertó a Domenico, que sufrió un pequeño momento de pánico interior, pero pronto se recuperó y tan solo pudo pensar en la dulzura de ella, la expresión triste de su rostro, que le llenó de ternura.
            -No sé que me ha pasado, lo sien… -trató de disculparse ella, pero no pudo acabar la frase al sentir los labios de Domenico sobre los suyos. Y, por mucho que le costara aceptarlo, no se había sentido tan bien en mucho tiempo.



Lo prometido es deuda y aquí tenéis el capítulo 6 de Besos de Rubí. 

Espero de verdad que os haya gustado porque a mí por lo menos me ha gustado escribirlo, sobre todo el final *.* No se si os lo esperabais o no, ¡decidme! Dejadme un comentario ;D

Y hablando de comentarios, he quitado lo de la ventana emergente y lo he puesto normal, porque aunque la ventana me parece más cómoda, me ha dado el punto de querer responderos a los comentarios y como estaba antes, pues la verdad no me parecía muy cómodo responder, y también pasar por vuestros blogs dejando un comentario y poniendo algo así como: "Ah! Y respecto a tu comentario...", pues no me convence, así que eso, así se queda lo de los comentarios.
Un beso!!♥

5 comentarios:

  1. Woooo! Nada que decir, me mataste con este capítulo... Debo decir que está espectacular. Siendo muy sincera, me encantó.
    Te comentaré cortito por el dolor de mis manos, pero intentaré decir todo lo que quiero, pero más resumido.
    Primero, su hermana mmm por qué hace eso, tonta, tonta jaj ><. Aunque que bueno que hayan conversado y se nota que se quieren y se preocupan el uno del otro :').
    Y Wooo... Me encanta :) que buena cena, en un comienzo lo único que yo pensaba era: "¿Y el beso, el beso?". Jajaj hasta que en el final se cumplió mi deseo ^^. Wii *-*. Ya quiero saber qué pasaraá con esta relación tan conflictiva... :D

    PD: no había podido comentar por mi dolor de manos, pero SINCERAMNTE eras la primera que tenía en mi lista de "leer" porque tu nove me fascina. Te lo juro :) un abrazoooooo, carino! Y me parece genial que quieras responder a los comentarios :). Espero tu respuesta, ¿Eh? Jajaj :)

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    1. Caami!!! No pasa nada que tardes en comentar, los "recordatorios" y tal de que está el capítulo no los hago en plan para presionar, porque se que vosotras ya andáis liadas y tú estás con lo de tus manos, que por cierto ojalá se te pase ya porque tienes que ser horrible :(, entonces no me preocupo, se que tarde o temprano comentáis ;)

      El capítulo, solo decir que llamaba a beso todo el rato, se me hacía difícil no saltar en cuanto entró al apartamento y que le plantara Domenico un beso bien dado, porque sí, como escritora que soy de la historia incluso yo creo que debería haber pasado eso, pero hay que meter un poco de tensión hasta dar lo que se quiere jaja

      Alice es.. será un personaje curioso. Extrovertida, algo metijona, pero es buena persona, y no digo más, que ya la iréis conociendo en breves ;D

      Pues muchísimas gracias por comentar a pesar de tu dolor de manos guapa, de verdad. Y un beso enorme para ti♥

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  2. Estoy procesando lo que he leído.

    Empezaré desde lo último hasta lo primero porque creo que así podré desahogarme satisfactoriamente.

    Una vez explicado esto, procedo a mis acostumbrados gritos escritos:

    ¡¿QUÉ?!

    Primeramente no entiendo, ni entenderé a Cassandra. Supongo que es porque somos bien diferentes, no comprendí eso de las lagrimas. Es que fue de ser dura como una roca a suave como una almohada (?) ¡quién lo diría! ¡Punto para Domenico por sacar su lado sensible! ¡Nos ha demostrado a todos que también es una chica tierna! :DD Y pobre de él :S me da cosita que le hayan echo eso, pero a fin de cuentas que bueno porque así más que disponible que está para mí :DD ejem, que diga, Cassandra.

    Hay algo que he notado en este capítulo (sonrisa pícara) si vas a hacer lo que pensé verdad:3 ese alcohol puede llevar a hacerlos locuras... locuras que seguro les gustarían mucho:DD Ya sabes lo que quiero decir (cejitas pecadoras)

    Quizá me identifico un poquito con la amiga de Cassandra, ella entiende el arte de fastidiar a las personas :')

    ¿Sabes a quién me recuerda Alice? ¡A Alice Cullen! Y no sólo por el nombre sino por su forma de ver, es inevitable.

    ¿En qué te has inspirado para tus personajes? A veces creo que Cassie tiene un poco de ti ¿me equivoco?

    Espero al siguiente capítulo Ainhoa:3

    ¡Muchos abrazos! ♥

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    1. Por cierto, ya que decías que necesitabas un trabajo te tengo una propuesta. Así como lo lees, una propuesta.

      ¿Qué tal si vendes cenas con Domenico? *w* Yo pagaría por una de ellas, o si tiene un hermano... bueno, ¿por qué no? ;)

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    2. Me encantan tus comentarios Kash.

      Empezando por lo último. Sí, cualquiera diría que Cassandra es bipolar, pero no, en realidad la chica no es tan fría, solo lo parece, y el vino, la presión, estrés... Acumulación de cosas, vamos jajaja Pero sí, eso es un tanto sorprendente.

      Sabía que te gustaría el capítulo porque el punto del alcohol, cierto es que me acordé de ti y me pegó mucho con la situación, pero ya te digo que no se van a casar en una noche loca y desenfrenada jajaja Espera al capi y verás ;)

      Lorraine me encanta, de hecho, me gusta más que Cassandra jaja Es que cuando escribo sobre ella me la imagino superhabladora, animada y cosas en ese plan jaja :D

      Vale, lo de Alice, cuando ya había subido el capítulo con el capítulo en el que salía el nombre me di cuenta de que TACHÁN, era igual que el de Alice Cullen!!! Y no, no lo hice aposta, de hecho ahora lo pienso y me fastidia un poco >.< Pero bueeeeeeeeeno jaja El personaje de Alice cierto es que puede que se parezca un poco a la de crepúsculo, pero porque es la típica hermana pequeña alegremente alegre que quiere que su hermano encuentre por fin el amor. Algo así jaja Pero lo del nombre te aseguro que no es por Alice Cullen, no tenía ni idea de como llamar a la hermana y me puse a hacer algo tan simple como buscar nombre italianos, y sí!! Alice es de origen italiano jaja Así que ese es el motivo del nombre de la hermana de Domenico.

      Mmm.. pensemos. Cassandra es cierto que tiene algo de mí, osea no tan terminantemente exagerado, pero yo suelo ser muy cortante con los chicos [así no encontraré novio en la vida jaja] y soy bastante independiente en cuanto a chicos y tal.

      Domenico por ejemplo es básicamente mi prototipo físico de hombre, exceptuando los ojos, mi chico perfecto los tendría verdes jaja Y es que los italianos siempre me han gustado mucho, así que nuestro Domenico tenía que serlo por narices xD

      Alice no tiene ningún punto así de referencia, simplemente me gustaba la idea de que tuviera una hermana entrometida.

      Lorraine es un poco como mi mejor amiga, bastante más fantasiosa con el amor que yo, aunque no desesperada por los chicos, que ella también es dura ¿eh? jaja Lorraine es una versión saltarina y megahappy de mi mejor amiga, digamos xD

      Y los demás, pues son más bien de relleno y pequeños rasgos los cojo o de libros que haya leído o amigos, familiares... cosas así.

      jajajaja Me hizo mucha gracia tu idea Kash. Yo también creo que sería un buen negocio lo de las citas con Domenico, me sacaría un buen dinero, estoy segura xD Pero el problema es que sacarlo de mi cabeza se me hace complicado por ahora, veremos en un futuro si avanzan las tecnologías jajaja

      Un beso enorme guapa!!!♥

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