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lunes, 3 de septiembre de 2012

Actuación de una tarde de verano (Historias de un caserón victoriano)


ACTUACIÓN DE UNA TARDE DE VERANO

Las tardes de verano en el caserón siempre eran asfixiantes, un calor atroz atenazaba continuamente las estancias de los pisos superiores, mientras que la planta baja y el lúgubre sótano se mantenían a temperaturas más frescas debido al doble revestimiento de piedra que poseían. El jardín rebosaba de exuberantes flores y bien cuidados árboles y arbustos a pesar de ello. Con este pensamiento a la mente de Selina vino el recuerdo de su querido Richard, con el que hacía ya varios días que no había podido encontrarse por el constante ir y venir de gente en el caserón.
-Selina, cielo –llamó su padre dando un suave golpe en la puerta de su alcoba.
-Adelante –consintió ella.
-¿Qué haces aquí encerrada? En el salón se está mucho más fresco, ya lo sabes –le recordó él.
-Lo sé, pero hay demasiada gente allí. Sobre todo gente que no me agrada –añadió sabiendo que la reprendería por ello.
-Selina –dijo su padre en tono de advertencia.
-Lo sé, lo siento. Pero es en verdad lo que pienso.
Su padre guardó silencio mientras la contemplaba. Aquello la ponía nerviosa, no le gustaba sentir que la escrutaban.
-Padre, deje de mirarme así, sabe que me desagrada –susurró con timidez.
-Discúlpame –dijo su padre con cierta burla-. Te pareces tanto a tu madre cuando era joven, que me cuesta creerlo.
-No diga eso –su voz sonaba ligeramente tensa.
-Selina, tu madre no es el monstruo que llevas años creyendo que es. Te quiere, a ti y a tus hermanos.
-Nunca la he comparado con un monstruo, padre. Sería más correcto compararla con un témpano de hielo –espetó incómoda y resentida-. Discúlpeme, padre, pero no entenderé jamás como ha podido convivir tantos años con ella.
-No digas eso, tu madre era como tú, llena de energía, radiante como el sol, alegre, amable –hizo una pausa recordando aquellos lejanos tiempos-, pero el dinero y el poder hacen que la gente cambie. Recuerda eso, Selina.
-Sabe usted de sobra que el dinero nunca me ha interesado, y mucho menos el poder.
-Lo sé, mi niña, lo sé.
-Si hay alguien a quien deberías recordárselo, esa es Samantha. Acabará arruinándonos a todos si continúa comprando vestidos y tocados a ese ritmo. Su vestidor estallará cualquier día.
-Tienes razón. Habrá que hablar con ella pronto.
-No cuente conmigo para ello, padre, Samantha nunca me escucha, ni siquiera me aprecia –dijo con cierta pena en la voz.
-Eres su hermana mayor, claro que te quiere y te escucha –dijo su padre tratando de sonar convincente.
-Padre, ni usted mismo cree eso, no mienta –contradijo ella con rostro serio-. Pero no se apure, que hace tiempo que lo se, no me importa. Ella puede quedarse con los tules y bordados, yo tengo el jardín y a mi… -de repente se irrumpió a si misma cuando advirtió lo que estuvo a punto de decir.
-¿A tú…? –le instó su padre a continuar.
Selina permaneció en silencio evitando la mirada de su padre, como si al mirarla fuera a adivinar que pensaba en aquel chico de pelo rebelde del que se había enamorado bajo una encina. Cuando el silencio fue demasiado extenso y notaba los ojos de su padre clavados en ella, trató de arreglarlo.
-A mi pequeño William. Sabe usted que adoro a mi hermano, padre.
La mirada recelosa que su padre le dedicó le hizo saber que la respuesta no le había convencido del todo, pero no preguntó más.
-Bueno querida, tu madre debe de estar buscándome. Te pido que en los próximos minutos bajes y trates de fingir que te interesa la conversación y la compañía. Si no por tu madre, por mí –dijo su padre con una pizca de súplica en la voz.
-De acuerdo, padre. Deme unos minutos.
-Está bien –aceptó él.
Selina sintió los labios de su padre en la frente antes de que este saliera de la habitación. Se dirigió a su tocador y se observó en el espejo, su piel cremosa, el ligero tono rosado de sus labios, sus rizos color chocolate perfectamente peinados, sus largas pestañas enmarcando sus ojos claros. Cerró los ojos con fuerza. No deseaba bajar al salón. Allí tan solo le esperaban el falso rostro de humildad y amabilidad de su madre, la actitud exageradamente coqueta egocéntrica de su hermana, la cortésmente falsa simpatía de los invitados y el gesto casi desdichado en el rostro de su padre.
Estuvo tentada de faltar a su palabra y no bajar, pero siempre había sido honesta al dar su palabra, y no quería decepcionar a su padre. Se puso en pie y estiró la tela de su vestido color caramelo, recolocó el broche en su pelo y caminó hasta la puerta. Con una profunda respiración puso la mano en el pomo y lo giró, para después abrir la puerta, pudiendo así escuchar las voces del piso inferior, aunque no las palabras de estas. Aquella tarde su paciencia tendría que ser infinita, pues sus invitados no eran otros que los Gladstone, cuyos estirados e irritantes hijos mellizos, Beatriz y Edward, no cesaban de dirigirle comentarios mordaces ocultos bajo indirectas. Selina trató de consolarse con otro pensamiento, al menos no era otro acaudalado soltero ante el que su madre tratara de exhibirla como posible futura esposa. Un suspiro escapó de sus labios, pensando que lo que desearía en aquellos momentos era estar en los brazos de Dick, sintiendo sus besos y su calor.
Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí y recorrió el pasillo con pesar hasta situarse en lo alto de la escalera. Esa tarde tendría que hacer una vez más una gran actuación. Desde luego nadie le podía negar que podría ser una brillante actriz. Sonrió ante ese último pensamiento, y sin demorarse más, comenzó su descenso hacia una para-nada-agradable velada.

Muy buenas ^.^ Espero que os haya gustado el relato y poco más que decir de ello jaja
Con respecto a Besos de Rubí, pues no he empezado el capítulo siguiente, pero tengo ya la idea en mente y demás, así que me pondré a escribirlo un día de estos jaja Hace ya unos días que me paso menos por los blogs y tal porque andaba liada con cosas de baile y tuve un cumpleaños y llegué a las tantas a casa, blablabla, podéis imaginaros que ese día dormí hasta la hora de comer xD
Este relato llevaba ya un tiempo empezado, pero no me gustaba así que lo volví a empezar y en un par de días lo he escrito. No es gran cosa, solo por conocer un poco más la vida de Selina y no dejar el blog olvidado.
Pues eso es todo bloggeros, un besito, y cuando me vea con tiempo e inspiración me pondré manos a la obra con Cassandra y nuestro amado Domenico *.* jaja
Saludos!!

2 comentarios:

  1. Noa! Que buena historia la de Selina, me gustó y me sentí algo identificada... Bueno, con el hecho de que hay veces en las que uno no quiere participar de algo porque se siente fuera de lugar, me ha pasado muchas veces y he tenido que hacerme la loca y sonreír igual por mi papá :) (en eso me identifiqué).
    Y nada, espero que pronto suba el próximo capítulo :D

    Un besito!

    PD: comenté la entrada anterior!

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  2. Ainhoaaaaaaaaaaaaaa *w*

    Le estoy agarrando un fuerte gustito a esto de Historias de un caserón victoriano, me gustó mucho esta parte que has escrito:3 Las descripciones son todas perfectas.

    ¿Cuántos no nos hemos tenido que tragar a personas indeseables solo para quedar bien con nuestros familiares? Odio eso, pero no suele quedar otra alternativa.

    Por cierto, hace tiempo que quería comentarte algo: ¿te gustaría poner el fondo blanco en vez de transparente? siento que así las letras lucirían más porque chocan contra los adornitos de tu plantilla entonces podría ser un buen tip C:


    Muchos besos<3

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