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sábado, 29 de septiembre de 2012

The Goddess Test

Muy buenas bloggeros y bloggeras!!!! ¡¿Cómo os va todo?! :D

Pues hoy traigo una recomendación de un libro que leí este verano del cual estoy leyendo ahora a poquitos en Bookzinga el segundo [que por cierto, me está gustando, pero algo menos que el primero]. 

Así que haya voy:


Sinopsis:

Kate y su madre siempre han sido inseparables, pero ahora su madre se está muriendo a causa de un cáncer terminal. Su último deseo es regresar al lugar donde vivió su infancia, de modo que Kate debe comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo con la esperanza de que su madre llegue a pasar junto a ella unas navidades más.
Cuando parecía que todo estaba perdido, Kate conoce a Henry y es testigo de cómo éste resucita a una joven de entre los muertos. Henry afirma ser Hades, Dios del Inframundo, y hace un pacto con Kate, si ella es capaz de superar las siete pruebas del Consejo y sustituir a Perséfone como reina del Inframundo, él mantendrá a su madre con vida…

Valoración personal:

A ver, el libro sí o sí tenía que gustarme, porque ADORO la mitología griega, me parece terriblemente interesante y si encima le sumamos un poco de caos y "amor" [sí, entre comillas porque no queda muy claro lo que sienten unos y otros] pues tenemos un libro que, por lo menos para mí,tiene gancho. 

Kate a veces me sacaba de quicio, pero solo un poquito, porque no reacciona como yo habría reaccionado, y la veo como muy cía y tontita a veces. Osea, a ver, yo adoro a mi madre, y mataría y moriría por ella, pero como trata la situación que vive pues sí, me parece bien como se vuelca y demás, pero no sé exactamente el porque, al principio del libro me enrabiaba con ella [yo y mis sensaciones raras ;P]. 

Luego tenemos al misterioso Henry (Hades) que es tan genial como horrible. En el libro te quieres ir autoconvenciendo a lo largo de él que en el fondo no es tan malo, que tan solo está dolido y lo ha pasado mal en el amor y todo eso, ¡¡pero es que es un témpano de hielo andante!! 

Uno de mis personajes, digamos "favoritos" [aunque he llegado a odiarla en momentos], es Ava. Tiene tanta energía y es tan alocada y ¿enamoradiza? [en esto último no estoy muy segura de si utilizar esa palabra, muchos dirían que es "ligera de cascos" xD], pero a pesar de todo ello me agrada bastante, y ya cuando va terminando el libro se entiende porque es ella como es jaja

Van apareciendo un montón de personajes que son importantes en la vida de Kate, más de lo que piensa ella y el propio lector hasta que casi termina el libro, y la verdad no sé que decir, pero el final no se lo espera uno exactamente, o sí y yo fui muy ingenua mientras lo leía.

Hay un personaje en concreto que en principio os aseguro que llegaréis a adorar porque es pura simpatía y nervio, pero según llega el final dan ganas de tirarle por un precipicio a un foso lleno de cocodrilos, porque además de ser como llega a ser es que te quita toda la esperanza sobre el pensar que conocías a alguien [aunque sea solo un personaje de libro jaja].

No sé que más decir sin desvelar el libro, es que la sinopsis da pocos datos y no quiero revelar nada, ¡¡pero comentaría tantísimas cosas si pudiera!!

Bueno, esto lo tengo que decir sí o sí, y tampoco creo que os haga muy spoiler ;P Un personaje que también me gustó mucho fue James. Es que es tan... no sé, simplemente me encanta y en el segundo libro que me estoy leyendo más!! Me parece super dulce y todo, no sé. Lo cierto es que puede que en el primer libro no lo fuera tanto y me esté dejando influenciar por lo que estoy leyendo del segundo, así que no digo más que voy a empezar a contar cosas y NO!

Entre los dos primeros hay uno que se llama


La historia es cortita, pero la verdad es buena y no pongo sinopsis porque a lo mejor os medio revela algo del primero, así que si os interesa y la queréis mirar es cosa vuestra ;P

Y también dejo las portadas del que me estoy leyendo [en el cual por cierto me dan ganas de matar a Henry, y cada vez adoro más a James. Y casi que también me dan ganas de matar a Kate, pero me da mucha lástima :'( ]


Ah!! Y las portadas del 2.5 y del 3 ;D


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Bueno, y ahora, por petición de mi queridísima Kah, os cuento un poco cómo me van las cosas de la uni que la verdad no lo pensé, pero según lo he pensado me han entrado ganas :D

Pues veamos, el primer día llegué allí como super nerviosa porque no conocía a nadie [en realidad nadie conocía a nadie jaja] pero en seguida conocí a dos chicas muy agradables y que ahora me llevo bastante bien con ellas ^.^ Ahora ya conozco mucha más gente y la verdad que todos son super agradables y me llevo en especial genial con una chica la mar de maja :D
Este primer día fue solo de presentación así que ni tuve clase ni nada, simplemente nos explicaron un poco como va la facultad en general y ya.

El lunes de esta semana ya empecé las clases en sí, aunque tampoco dimos nada, nos explicaron cómo funcionaba cada materia y tal.

Materias, pues tengo: Química aplicada a la biología, Física aplicada a la biología, Matemáticas aplicadas a la biología, Geología aplicada a la biología y Métodos en biología. 

Y aquí es importante aclarar una cosa, por mucho que todas contengan la palabra biología, la única que yo veo que realmente es biología es la última, porque las otras cuatro se podrían ahorrar lo de "aplicada a la biología" que llevan detrás, en serio os lo digo.

Los profesores... pues los hay de todo, los hay que son muy agradables, como la de química (dato curioso de esta profe: el 50% de lo que dice es un ¿vale?, lo repite una y ota vez, y ya me he acostumbrado, pero al principio me hacía muchísima gracia y no me concentraba jaja) y el de geología (aunque este no me termina de convencer, pero al fin y al cabo es agradable), los hay que simplemente pues ni fu ni fa, como el de física (que ese me gusta que vaya despacio en clase porque consigo entender todo y copiar lo que necesite jaja), y por último tenemos a la de matemáticas. De esta mujer no sé qué decir, o sí, pero tampoco quiero prejuzgarla porque la conozco poco, pero solo decir que las clases que llevo no entiendo absolutamente nada porque habla bajito, va rápido y tapa la pizarra (muchos pensamos que lo hace aposta, porque en serio son posturas anormales xD). Ya veremos si le cogemos el truco.

Supongo que nos os habréis dado cuenta, pero igualmente lo digo jaja, no he mencionado a ningún profesor de "Métodos en biología", y os digo por que. Es que no tengo uno profesor o profesora de esa asignatura, son alrededor de "tropecientosmil" (vale, puede que haya exagerado xD pero son muchos) y cada uno da una parte de la asignatura, más los que nos dan seminarios, y entre todos son como mínimo 7 profesores, así que básicamente me es imposible saber de todos ahora mismo jaja
Es cierto que en las demás no tengo uno único porque algunas prácticas de laboratorio o cosas así nos cambian de profesor, pero al fin y al cabo son como mucho 2, o 3 si tiramos por lo alto alto, pero lo de Métodos no es normal, son tantísimos que me va a costar reconocerlos, estoy segura xP

Estos días posiblemente hayan dicho las típicas fases graciosas de profesor que no tienen ningún sentido, pero estoy tan ocupada tomando apuntes que ni siquiera la recuerdos al final de la clase, aunque en el momento me río y me hacen gracia jaja

¡¡No sé qué más contar!! De momento llevo solo 5 días de clase en sí, y ya estoy bastante liada con apuntes y ejercicios, pero voy sacando tiempo ;D

Ah!! El miércoles me voy al campo!!! Sí, como leéis, el/la profesor/a (todavía no tengo muy claro quien va a ser) de Métodos, nos lleva al campo a tomar notas de plantas y demás, porque es el apartado de Botánica. La verdad que tengo muchas ganas!!! Ya os contaré la experiencia!! Y supongo que tendré que hacer fotos, si alguna me gusta la subo al blog :)

Bueno gentecilla amorosa (¿?) que me voy yendo que voy a cenar y a estar con mi amiga, que llevamos toda la tarde encerradas en nuestras respectivas habitaciones estudiando xD

Besos!!!!♥

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Eve Death


Agarrando aquel peligroso objeto fuertemente entre sus pálidos dedos, aquella mujer de suaves curvas, mirada apagada, y largo, suave y oscuro cabello, miraba fijamente a un punto sin tan siquiera ver.
En ese instante las fuerzas siempre la fallaban, comenzaba a sentir sobre ella el peso de algo que no podía subsistir en su interior en ese momento de su vida: culpabilidad. Sus ojos inspeccionaban el lugar con prisa y acababan por volver a la realidad. Todo ello en apenas unas décimas de segundo, mientras una horribles imágenes volvían a su mente como diapositivas preparadas para atormentarla una vez más. Una puerta cerrándose, el frío aire que recorría la casa a sus anchas, las ventanas del salón hechas añicos, o simplemente abiertas de par en par, la madera crujiendo bajo sus pies, y la última visión de todas, con aquella sensación que la acompañaba. Aquella última visión: sangre. Mucha, demasiada. Toda extendida en lo que antes fue un bonito salón desde cuyas ventanas antes se veían flores de todos los colores. Ahora las flores habían muerto con la felicidad del lugar, habían cambiado sus vívidos colores por un apagado gris que entristecía aún más la situación. Un espeluznante grito y el golpe de algo contra el suelo. Y aquellos que estaban extendidos en la estancia con expresión de miedo en sus rostros, no se incorporaban ni intentaban calmar a la desconsolada persona que sollozaba…
¡Bam! Y disparaba. Apretaba el gatillo sin dilación. Eso la hacía sentirse libre, hacía que el dolor en su pecho disminuyera unos instantes.
Cada vez que aquel tedioso ruido resonaba en sus oídos, se desprendía de una parte más de su humanidad, la despreciaba dejándola a un lado. Y con esa sensación se volatilizaba la calidez de su sonrisa y el color azul de sus ojos, los cuales, cada vez más, tomaban el color de aquello que derramaban sus víctimas. Tomaba su venganza frente a otros que no habían provocado su sufrimiento, pero que ella odiaba por no sufrir la desdicha de sentirlo.
Cada último suspiro provocaba que rememorara de nuevo aquel instante en el que se desprendió de su antigua vida con aquel único propósito: venganza.
Juró apagar para siempre el pensamiento de todo aquel que algo tuviera que ver con el motivo de su desdicha y angustia, juró pagar cualquier precio. Cualquiera. Y el precio era precisamente aquel.
Todos la conocían como Eve Death, y nadie, absolutamente nadie conocía su verdadero nombre, ocultado en aquella primera palabra que predecía la siguiente.
Muchos lanzaban al aire rumores de los cuales ninguno era cierto. Nadie imaginaba porque aquella bella, joven y delicada mujer podría albergar en sí tanto odio.
Pese a todo, ella continuaba y seguía viviendo para llevar a cabo su promesa. ¿Después? Morir, con todas las consecuencias que trajeran todos sus actos. Simplemente vivía para la venganza, después de eso no le quedaría nada.
Ella era Eve Death, aquella seductora y peligrosa sicaria. Aquella cuya misión y promesa internas superaba toda satisfacción personal, aquella que dejaba correr las horas del reloj en un pequeño piso alquilado con un cigarrillo en la mano y unas lágrimas como únicos compañeros, aquella que vivía de noche y retozaba en su dolor de día. Ella era Eve Death y solo una cosa tenía presente en su futuro, cumpliría su misión.


Buenas noches!!! (al menos en España es de noche xP)
Vale, sé que tengo ligeramente abandonado el blog a pesar de que prometí subir cosas y cada dos semanas la historia (que por cierto, pensada está, tan solo necesito tiempo para escribirla), pero de verdad que no pensé que las cosas de la universidad me fueran a absorber tanto. Es que entre pasar apuntes, estudiar lo que doy cada día y hacer los ejercicios y demás, por no tener no tengo tiempo ni de hablar largo con mi madre (que por cierto, la echo un montón de menos al no vivir con ella). 
El relatillo este tiene ya bastante tiempo. No se con qué motivo lo escribí, puede que fuera después de ver una peli o algo, no sé. No intentéis buscarle sentido, no tengo pensado hacer continuación ni nada y se que es un tanto raro, como aclaración os digo que cuando lo estaba escribiendo sí recuerdo que imaginaba que la mujer entró en casa y encontró a su marido y su hija muertos y tan solo metiéndose en el mundo de sicarios y demás podía encontrar al asesino. Se que es extraño, pero bueno... a veces me da por escribir cosas que ni yo comprendo xD
Bueno, me voy a dormir YA mismo, que me quedan exactamente 7 horas y 26 minutos para que suene el despertador y esta noche pasada apenas dormí.
Besos!!!♥

jueves, 20 de septiembre de 2012

Besos de Rubí: Capítulo 7

Capítulo 7: Una decisión

Cuando Domenico presionó sus labios con los de Cassandra, esa sensación de electricidad que los había recorrido a ambos un rato antes volvió a inundarles, pero con mayor intensidad. El beso, que comenzó como un simple toque entre los labios de ambos, tomó mayor intensidad. La mente de Cassandra estaba totalmente abrumada por las sensaciones que la envolvían, y ella tan solo acompasaba el movimiento de sus labios con el ritmo suave y adictivo que marcaban los de Domenico.
Él por su parte deslizó sus manos en sentido ascendente a lo largo de la espalda de Cassandra hasta llegar a la parte alta de su cuello, dónde enredó sus dedos en el sedoso pelo rojizo y presionó para sentir aún más los labios de ella contra los suyos propios.
Este último movimiento consiguió despejar la neblina de la mente de Cassandra que, repentinamente alarmada, se escurrió de entre los brazos de Domenico con agilidad. Ella permaneció sentada, lo más lejos posible de él en el sillón, tocando levemente con los dedos sus recién besados labios y clavando su mirada lapislázuli en los ojos grises de Domenico.
Él se llevó una mano a la cabeza, peinando hacia atrás su ondulado cabello negro., apartando los ojos de la mirada intensa de ella y sin saber si quiera como actuar.
            -Yo... Dios mío, Cassandra, discúlpame. Es que… tú…, quiero decir, yo… -apenas era capaz de pronunciar dos palabras juntas.
            -Tengo que irme –soltó ella al tiempo que se levantaba, pareciendo mucho más segura y tranquila de lo que en realidad estaba.
            Él la miró con confusión y se puso en pie un instante después que ella. Cuando Cassandra le dio la espalda y comenzó a avanzar hacia la puerta, la siguió con la mirada cambiando el peso de un pie a otro nerviosamente.
            -Espera, no te puedes ir así, ahora –pero Cassandra seguía avanzando-. Reitero mi invitación, ven conmigo a Siena –dijo a la desesperada sabiendo que eso la detendría, aunque trajera con ello también su furia.
            Cassandra se detuvo en seco, permaneciendo aún de espaldas a él, y pasó una mano nerviosamente por su cara. Estaba cansada de hacer lo correcto, negarse ante los hombres con indiferencia que, aunque realmente sentía en muchas ocasiones, le costaba llevar consigo en todo momento. Durante demasiados años se había limitado a hacer su trabajo, sin salirse de los esquemas, a mantenerse seria incluso cuando salía con amigas para alejar a cualquiera de ella. Hacía ya mucho que no se relajaba y simplemente dejaba de pensar, de mantenerse orgullosa y altiva ante todo, y aquello la acabaría consumiendo. Recordó las palabras de su madre ese mismo día horas unas horas antes: “. Quizá, después de todo, no te vendrían mal unas pequeñas vacaciones en Siena”. ¿Cuánto tiempo llevaba sin tomarse un descanso? La mayoría de las veces sus vacaciones acababan volviéndose viajes por negocio de un modo extraoficial, y no simples vacaciones por placer en las que visitar lugares o simplemente no hacer nada.
Dio la vuelta con determinación grabada en su rostro.
            -Está bien, te acompañaré a Siena –sabía que la respuesta sorprendería a Domenico sin necesidad de fijarse en su cara de confusión-. Pero esto… -agitó las manos señalándolos a ambos-, solo olvidémoslo. De verdad tengo que irme, solo envíame un mensaje con todo lo que necesite saber. Adiós –y salió por la puerta sin esperar una despedida por parte de él.

…………………………………………………………………..

            -¿Hablas en serio, Cassie? –la sorpresa y confusión eran palpables en la voz de Lorraine, todo ello sumado a una clara actitud de estar complacida con la noticia.
            -¿Tengo voz de estar bromeando, Lorri? –preguntó ella a su vez.
            -Es que no me puedo creer que la siempre exigente y correcta Cassandra Diamantidis vaya a tomarse unos días de vacaciones por placer, y menos acompañada de un hombre.
            -Vale, en eso te doy la razón, ni yo misma lo creo –aceptó ella con tono bromista.
            -¿Te quedarás con él en la casa de su familia?
            Cassandra no contestó. Se reprendió a sí misma por haber olvidado un factor tan importante de la ecuación. Ella se negaba en rotundo a quedarse en casa de sus padres, ya fuera porque lo creía un abuso de hospitalidad o porque no quería dar una idea equivocada de la relación existente entre ambos.
            -Lorri, ¿de verdad no piensas que todo esto es un absoluto error? –preguntó escéptica.
            -Cassie, no puedes echarte atrás ahora. Por una vez que te desinhibes y decides vivir un poco no puedes solo encogerte y no salir de tu caparazón. Todo saldrá bien –añadió su amiga tras una breve pausa.
            -Como quieras –se rindió ella-. Pero no imagines romances idílicos o cosas así. Me conoces, no sé siquiera como puedes pensar algo así.
            -Porque te conozco sé que no estás siendo la misma en esta situación. Pero no te preocupes, no insistiré más sobre ti y el bombón italiano escapando para casaros en algún lugar recóndito –desvarió Lorraine imaginando la situación-. Sin embargo, y esto no me lo niegues por favor, la química sexual entre vosotros es más que fuerte. Caerás en Siena, recuerda lo que te digo.
            -Como sugieras algo así de nuevo me negaré a tomar ese maldito tren –advirtió ella irritada.
            -Por muy despectivamente que me hayas hablado de ese beso furtivo que te dio, estoy segura de que casi lloras de puro deleite –insistió su amiga con sonrisa pícara.
            Cassandra rodó los ojos y se dispuso a despedirse de una vez de su amiga, antes de que la conversación llevara a caminos que no quería tocar y que la enfadarían de verdad. Se despidió rápidamente prometiendo llamarla cuando llegara a Siena y se desplomó sobre la amplia cama del hotel rememorando el extraño día.
Cuando salió del apartamento de Domenico el chófer de él la esperaba para llevarla de vuelta al hotel a pesar de que era bastante tarde ya. El trayecto no fue muy largo y cuando entró al fin en su habitación se deshizo de topa su ropa para ponerse un cómodo pijama compuesto por pantalón corto y camiseta de media manga, ambos de color perlado. No había podido evitar llamar a su mejor amiga para contárselo todo casi en el preciso instante en que se sentó en la cama y encendió el televisor.
El sonido de un mensaje la despertó de su pequeña ensoñación:

Acabo de hablar con tus superiores sobre el viaje a Siena. Lo tomarán como un viaje de negocios con la condición de que no cancele esa reunión. Todo está arreglado, te recogeré en el hotel a las 9, no te preocupes por nada más.
Domenico.

Ella sonrió. Había pensado que sería un problema convencer a sus jefes, pero, como no, el italiano lo tenía todo controlado. Con todo solucionado, y agradeciendo internamente la intervención de Domenico, Cassandra se acostó entre las sábanas y se dejó envolver por la tranquilidad del sueño hasta que la alarma la despertara unas horas después.

…………………………………………………………………..

            Domenico esperaba sentado en la parte trasera de su coche mientras Claudio entraba en la recepción del hotel para buscar a Cassandra. Aún no se creía que realmente ella hubiera aceptado ir a Siena con él. Ciertamente, nadie habría apostado porque algo así sucediese. Ella era una de esas mujeres que se encierran bajo corazas de hielo que tan solo el más potente calor puede derretir. Con este pensamiento Domenico pensó que le gustaría ser él quien consiguiera aquello, atravesar la coraza hasta el corazón de Cassandra.
Cuando la noche anterior se vio solo en el salón tras la marcha de ella, no conseguía salir de su estupor. Se dirigió a su amplia habitación y se derrumbó sobre la cama con la cabeza embotada. En esos momentos tan solo podía pensar que el vino le hizo escuchar cosas que en realidad no fueron dichas, pero no, aquello era real, y ahora que tenía lo que quería no sabía cómo manejarlo. El primer pensamiento coherente tras la marcha de ella fue que debería hablar con sus jefes para solucionar aquel embrollo en el que su hermana los había metido a ambos. Fue fácil negociar, ellos tan solo querían esa reunión y darían cualquier cosa por conseguirla. Por ello aprovechó la situación y le ahorró a Cassandra el esfuerzo de dialogar con sus exigentes jefes. Una llamada, un mensaje informándola a ella de la situación, y todo había quedado solucionado en menos de una hora.
Un golpe en la ventanilla le devolvió a la realidad. Cassandra le sonrió con nerviosismo mientras Claudio abría la puerta para que ella entrara en el coche.
            -Buenos días, Domenico –saludó alegremente.
            -Buenos días a ti también, Cassandra –saludó él de vuelta ligeramente confuso por el buen humor de ella.
            Ella lo notó.
            -No tengo ningún trastorno de personalidad si es lo que estás pensando –comentó ella-. Suelo ser bastante agradable, pero mi temperamento me supera cuando estoy en situaciones fuera de mi control.
            -Yo…
            -No lo niegues, de verdad. Si empezamos mintiendo para quedar bien el camino a Siena será terriblemente desagradable.
            Él guardó silencio. Cassandra le observaba tratando de no perder la sonrisa mientras movía ligeramente las manos con nerviosismo.
            -Está bien –dijo él finalmente-. Tengamos un viaje tranquila, señorita temperamental.
            -No te burles –refunfuñó ella.
            A partir de ahí la conversación fue bastante fácil. Domenico le contaba cosas sobre el paisaje de Siena, la duración del trayecto hasta allí y la situación y apariencia de la casa de sus padres. Esto último trajo un pensamiento a la mente de Cassandra que, en contra de su voluntad, había olvidado. El gesto de sorpresa, confusión y fastidio no le pasó desapercibido a Domenico.
            -¿Qué ocurre?
            -Olvidé reservar una habitación de hotel en Siena –dijo más para sí misma que para él-. Esta cabeza mía…
            -Espera –interrumpió él-. ¿Un hotel? Yo te he invitado a Siena, no voy a dejar que pagues un hotel. En casa de mis padres hay habitaciones de sobra.
            -No puedo ir a casa de tus padres –se negó ella-. Daría a entender algo que no es. ¿Tengo que recordarte que hace solo un par de días que nos conocemos? Ni siquiera estoy segura de que haya sido buena idea aceptar la invitación.
            -Claro que ha sido buena idea, necesitas unas vacaciones –respondió él-. Hasta yo me he dado cuenta de ello y, como tú dices, hace solo un par de días que nos conocemos.
            -Definitivamente esta no ha sido la decisión más acertada de mi vida –se frotó las sienes con los ojos cerrados.
            -Esta –remarcó él-, es probablemente una de las mejores decisiones que podrías haber tomado. ¿Tu vida alguna vez la has dedicado a algo aparte de matarte a trabajar? Jesús, Cassandra, yo me consideraba un obseso del trabajo, pero creo que me superas con creces.
            -Tú, señorito Don Perfecto, no sabes absolutamente nada de mí, y no tienes derecho a juzgarme.
            -Puede que no lo tenga, pero parece ser que no estás acostumbrada a ser juzgada, algo que, permíteme que te diga, deberían hacer más frecuentemente contigo –a pesar de lo grave de la conversación Domenico mantenía la calma.
            -¡Oh! Por favor, ¿ahora vas a decirme lo que la gente debería hacer conmigo también? –exclamó ella enfadada.
            Ambos se miraron con furia mientras el coche continuaba avanzando hacia la estación de tren. Ella se negaba a ser quien rompiera el silencio, siempre altiva y orgullosa. Él por su parte no era capaz de encontrar una forma de arreglar las cosas, y ¡todo por decirle que no permitiría que fuera a un hotel! Bueno, Domenico debía admitir que sus últimas respuestas hacia ella no habían sido de lo más acertadas para evitar el asegurado enfado, pero esa mujer le sacaba de sus casillas con su excesivo orgullo y su intempestivo carácter.
El coche se paró frente a la estación y Claudio bajó del coche con la intención de abrir la puerta de Cassandra, algo que no pudo hacer puesto que ella se adelantó, saliendo apresuradamente y cerrando la puerta con fuerza. El chófer mostró toda su profesionalidad permaneciendo impasible ante la situación. Ella abrió el maletero y saco su maleta, para después dirigirse hacia la parada de taxis.
            -De acuerdo, Cassandra, discúlpame –se rindió finalmente Domenico yendo tras ella-. No debería haber dicho lo que dije. No soy quien para juzgarte, lo siento.
            -Ciertamente no lo eres –ella se detuvo pero continuó de espaldas a él-. No soy una niña, no creo que a mis 26 años deba soportar reprimendas de cualquiera –esa última palabra se le clavó como un cuchillo en el pecho a Domenico, que se obligó a recordar que de hecho no era nadie en la vida de Cassandra. Aún.
            -Te repito que lo siento, Cassandra. Dale tu maleta a Claudio y subamos al tren, por favor.
            Ella se mantuvo donde estaba, de espaldas a él, con la cabeza alta y los puños y ojos cerrados.
            -Por favor –repitió-. Te aseguro que jamás he rogado tanto a alguien, ni siquiera cuando Elisabetta se marchó. No me hagas rogar de nuevo.
            -No juegues al prometido abandonado del que sentir lástima, no funcionará conmigo –apuntó ella.
            Estas palabras enfurecieron a Domenico, que trató a duras penas de mantener bajo la superficie su enfado.
            -¿Lástima? Te aseguro que en mi vida he tratado de dar lástima a nadie, mucho menos a ti. No estoy jugando ningún juego para ablandarte, solo era una maldita comparación.
            De nuevo el silencio se hizo entre ellos, cosa que empezaba a ser frecuente.
            -¿Señor? –el chófer rompió el incómodo silencio-. El tren sale en apenas diez minutos, deberían ir ya.
            -Gracias, Claudio –agradeció él con un leve asentimiento de cabeza-. ¿Cassandra? –la miró directamente a ella.
            -¡De acuerdo! Vamos en este preciso instante o jamás montaré en ese tren –y a continuación comenzó a andar.

…………………………………………………………………..

            El trayecto en tren fue más corto de lo que ella había pensado, alrededor de una hora sentados charlando sobre nada en particular, con un cierto miedo constante por parte de Domenico de decir algo incorrecto que enfadara a Cassandra de nuevo. Aquella mujer acabaría por matarlo con sus constantes cambios de humor. El trayecto de la estación a la casa de campo de la familia Di Gennaro, sin embargo, estuvo cargado de una ligera tensión junto a la que reinaba un silencio casi total. Cuando el taxi que habían tomado se detuvo junto a las enormes puertas de hierro de la casa la primera reacción de ella fue abrir los ojos con desmesura. Ante ella tenía probablemente la finca más impresionante que había visto jamás. Árboles frondosos y verdes recorrían todo el camino hasta una casa, que se observaba algo lejana, de tejado color rojizo y paredes exteriores decoradas con piedra al mas puro estilo de La Toscana.
            -Es impresionante –susurró inconscientemente.
            -Lo es, ¿verdad? –comentó él sonriendo-. Mis padres construyeron esta casa desde los cimientos. Nunca he visto otra igual.
            Cassandra asintió con fascinación.
            -¿Te disgusta ahora tanto que insistiera en que te quedarás aquí? –preguntó él en tono divertido.
            Ella le miró con el ceño fruncido, pero no dijo nada.
            -Vamos, no te disgustes conmigo.
            -No estoy enfadada –admitió ella tas suspirar-. Me habría arrepentido de no ver esta maravilla arquitectónica –su sonrisa hizo dar un vuelco al corazón de Domenico.
            -Pues allá vamos –a continuación bajó del taxi y se acercó a un pequeño aparato electrónico situado junto a la puerta en el que insertó una tarjeta. Segundos después las puertas comenzaron a abrirse y él regresó al coche.
            -No te ofendas, pero en una casa así la tecnología parece no concordar –comentó ella.
            -Mi madre es de la misma opinión –rió al recordar la obcecación de su madre por evitar más aparatos electrónicos de los necesarios en su casa-. Mis hermanos y yo la convencimos para que pusiera un sistema de acceso más cómo y evitar tener candados y llaves para la puerta. Según ella es su rincón apartado de los excesos de la civilización.
            Cassandra simplemente sonrió sincera y volvió su vista hacia la ventanilla, observando lo que pasaba ante ella mientras el taxista se adentraba en la finca de extensas llanuras y exuberantes jardines de flores.


Mis queridas lectoras de la historia espero que os haya gustado el capítulo, o al menos os haya entretenido. Sé que es un tanto desconcertante, eso no hace falta que lo digáis jaja Cassandra yendo a Siena... cuesta creer que se ha leído bien. Pero tenía que ir, era absolutamente necesario, ¿verdad? xD

Aquello que comenté hace un par de entradas sobre que publicaría cada dos semanas o así lo doy por empezado a partir de este capítulo. Pasado mañana empiezo ya la universidad, que sinceramente tengo unas ganas locas jaja, y habrá que medir el tiempo con lupa (y eso lo veo porque estoy en casa de mi mejor amiga y ella lleva ya dos semanas de universidad o así y anda loca con lo del tiempo). Pero no os preocupéis que en cuanto tenga un rato yo escribo, subo relatos, capi o recomendaciones. No os abandono ;D

Pues nada más que decir. Deseadme suerte para el viernes.

Besos♥

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un poco de info

Hola bloggeros y bloggeras!!! Cómo os va?? ;P

Hoy tengo una buena y una mala noticia, empezaría por la mala como se suele hacer pero creo que será mejor hacerlo a la contra. Allá va:

Tengo terminado el siguiente capítulo de Besos de Rubí, ayer de hecho lo acabé, solo me queda repasarlo.

Tomaos unos instantes de sentimiento "yuhu" y...... YA. Ahora la mala.

No tengo internet en casa (escribo esto porque tengo conexión a internet en el móvil) pero no os preocupéis mucho porque mañana estaré en casa de mi mejor amiga ya que me quedo con ella los primeros días de universidad. En cuanto pueda subo el capi, que total, es copiar, pegar y subir, mucho no tardo.

Pues nada más, un beso a todos, y sobre todo a las seguidoras de la historia! ;D

Ah! Y os dejo una foto mía con mis new gafas xD


viernes, 14 de septiembre de 2012

Un poco de todo

Buenos días para quien los tenga!!! :P
[Sí, cabe decir que no ando con el día megafeliz, en general estos días (imaginadme moviendo las manos así en plan sin control por el aire) no andan siendo todos happy, pero bueno, todos tenemos días y días. Y ya lo dejo que no vengo a regodearme en mis penas].

Pues... voy a ser sincera. La entrada no tiene un propósito, osea que no es en plan: "Hoy os traigo este relato..., hoy os traigo la continuación de..., hoy os traigo las fotos de..." [Vale, creo que lo habéis pillado xD] Esta entrada es más en plan: "estoy en mi cuarto aburrida, regañando a los malditos gatos por tomarla con mis pobres peluches y atacarlos [no preguntéis, porque no se a que ha venido eso jaja], y no se qué hacer". Pues como no se qué hacer ¡¡subo una entrada espontánea!! Y con entrada espontánea me refiero que no tengo ni idea de sobre qué hacerla, qué deciros o blablabla. En serio, ni idea. Como ni tiene propósito ni nada me he dicho que lo que me salga en el momento lo voy escribiendo, no lo pienso así en plan con tiempo, lo que se me vaya ocurriendo os digo [Me ha dado la locura por causa del aburrimiento, qué triste T.T].

[Sí no os apetece leeros todo el rollo sobre mí y mis gafas saltaos el trozo que está en color azul, y leed lo importante más abajo de eso].

Se me acaba de ocurrir la primera cosa que contar, seguramente os de igual, o no [en serio que si os resulta muy petarda la entrada en un comentario me decís: "Ainhoa, te has vuelto loca, estás tonta y me importa un bledo lo que me cuentas en esta entrada". ¡Ok! Lo aceptaré como una crítica constructiva y no os volveré a dar la lata xD]. A lo que iba, que me ando distrayendo mucho yo hoy, que hoy he bajado con mi mum a la óptica porque de un tiempo a esta parte no andaba yo viendo muy bien de lejos [eso pasa por forzar la vista  mucho con tantas cosas que estudiar y por mi megacuelgue con el ordenador] y me han dicho que tengo miopía [¡Woo! Que sorpresa ¡no me di cuenta! <-- Please, notad la ironía]. Así que me ponen gafas para ver la tele, cine, pizarra y demás cositas en las que necesitas no parecer un topo ciego de lejos [Ok, tan , tan mal no veo]. Todavía no me las han dado, porque tienen que hacerlas y demás, pero mañana creo que me han dicho que las tengo, y son así de pasta morada y con anti-reflejos [que como no, por cualquier tontada que les pongas para que sean más cómodas te hacen vender uno de tus órganos para pagarlo (vale, he exagerado, pero no son precisamente baratas)]. Cierto es que solo me he visto con ellas puestas al probármelas y estaba con la cara toda dormida [me levanté como una hora antes de eso], sin maquillar ni un pelín y con unos pelos francamente poco arreglados, así que a mi gusto estaba requetefea [también es que hoy me he levantando viéndome con malos ojos xD]. Según mi madre y la de la óptica me quedaban bastante bien pero no creo que eso se tenga que tener en cuenta porque la primera es mi madre y obviamente no me va a decir: "Oh, hija! Más fea no podrías estar" y la segunda me diría que un cacho de plástico torcido me sienta genial si con eso ganara dinero, así que sintiéndolo mucho hasta que una amiga sincera y sin temor a desanimarme me diga algo parecido a "Pues tía, no te quedan tan mal" seguiré pensando que me quedan horrible [También puede que ciertamente me queden horrible y mi amiga me diga "Pobre de ti, con esas pintas no ligarás jamás", en cuyo caso le agradeceré su sinceridad y después me suicidaré (es broma xD)]. Por otra parte mi madre me ha dicho que como seguramente acabaré necesitando las gafas constantemente [porque, amigos míos, la miopía tiene la "maravillosa" tendencia de ir a más], me comprará lentillas y así podré ir más cómoda por este mundo nuestro, pero por el momento dejemoslo en gafas.
Dios mío O.O menuda parrafada para contaros lo de las gafas, cuando habría sido la mar de fácil decir: "Bloggeros!! Me han puesto gafas". Ahora comparáis esto último con mi parrafada y os echáis las manos a la cabeza ¿va? ;D
Ya os enseñaré alguna foto mía con mis nuevas gafas si es que consigo no salir en todas terriblemente horrible jaja

Pues, entre que ya no sabría qué más contaros y que lo de las gafas se ha extendido más de lo que había pensado, la entrada se ha hecho larga.

De verdad espero no haberos aburrido en extremo, y esto especialmente para Kash, que sé que podría haber subido los premios y eso, pero es que, voy a ser sincera, no me apetece andar contestando preguntas y poniendo bonita la entrada y nominando [¡¡¡no se a quién narices nominaría!!!], así que lo dejo para más adelante.

Ah!! al final esta entrada va a servir para algo a parte de decir chorradas. 

He estado pensando que, como empiezo la universidad y tendré mucho que estudiar, y también he estado pensando en buscarme un trabajillo o algo [por mucho que mi madre se niegue porque según ella si me veo con dinero en las manos voy a dejar de estudiar, cosa que no haré, pero bueno ya la convenceré jaja], pues eso que con todo veo difícil seguir subiendo capítulos de Besos de Rubí en plan así más o menos constante como vengo haciendo este verano, así que iré subiendo pues uno cada dos semanas y si me veo muy apurada de tiempo y con mucho que hacer pues una vez al mes [aunque espero no tener que llegar a eso, la verdad D:]. Pero como tampoco quiero dejar el blog en plan abandonado de la mano de Dios y me niego a creer que no vaya a tener ni un ratito libre para escribir, lo que haré será ir subiendo de Historias de un caserón victoriano, que como podréis haber visto son bastante más cortos que un capítulo de BR, así que, por tanto, se requiere bastante menos tiempo para escribirlos, y también si se me ocurre algún relatillo pues lo subiré. Además también pretendo continuar con las recomendaciones, porque me parecen útiles, a mí no me suponen mucho trabajo y me gusta compartir mi opinión sobre los libros.

Y con esto y muchos besos para todos, me voy.

Solo recordarles a mis bloggeras seguidoras de la historia que las quiero un montón y que gracias por leerla y que [al menos hasta el momento en que he empezado a escribir la entrada] ¡¡no hay comentarios en el último que subí!! Se que andáis ocupadas y no os presionó pero lo digo aquí porque lo mismo se os pasa que está al subir esta entrada, o yo que sé. 

Que eso que os dejo de decir y decir cosas que esta entrada se ha vuelto enormemente enorme.

Bye!!♥

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Besos de Rubí: Capítulo 6

Capítulo 6: Vino y confesiones

Flashback

            -Será genial, llevo organizando esta fiesta mucho tiempo –la voz emocionada de su hermana provocó una sonrisa tonta en el rostro de Domenico.
            -Claro, después de pasar unos durísimos años en el extranjero “estudiando” –se burló él tratando de remarcar el sarcasmo en la última palabra-, te mereces una buena fiesta que compense los años lejos de casa, ¿no?
            -Odio cuando te pones sarcástico, ¿sabes? –respondió ella algo enfurruñada-. Y por supuesto que merezco esa fiesta. Cuando cumplí 18 estaba en la universidad y no tuve la oportunidad de celebrarlo, y así todos los años hasta este. ¡Tengo derecho a mi fiesta! –gritó con voz de niña pequeña.
            -Yo no he dicho lo contrario, Ali.
            A pesar de no obtener respuesta, Domenico sabía que esos instantes su hermana estaría sacando la lengua al teléfono haciendo uso de su habitual actitud infantil.
            -Vas a cumplir 22 años Ali, ¿de verdad te parece maduro seguir sacando la lengua al teléfono cuando te cabreas? –preguntó él sin esperar respuesta, riendo al imaginar la cara de su hermana.
            -¿Cómo…?
            -Olvidas que soy tu hermano mayor y te conozco como nadie, enana –se burló él remarcando el apelativo cariñoso.
            -No, Mimmo, no lo olvido. Nunca dejas de repetírmelo –bufó ella.
            Domenico emitió un murmulló de asentimiento, y gesticuló una sonrisa al oír el diminutivo de su nombre. Hacía ya tanto que nadie lo llamaba así que casi lo había olvidado.
            -¿Y qué tal van los negocios hermanito?
            -Como siempre, Ali –contestó él algo incómodo recordando a Cassandra.
            -¿Por qué me ha sonado extraña esa respuesta? –preguntó ella frunciendo el ceño.
            -No entiendo por qué ha podido parecerte extraña. Es igual de buena que cualquier otra –trató él de evadirse del asunto.
            -No es la respuesta, idiota, es tu tono. Algo ha ocurrido, ¿me equivoco?
            Él no respondió.
            -¡Mimmo! Sea lo que sea quiero que me lo cuentes ahora mismo –ordenó con un deje de súplica en su voz.
            -No me dejarás tranquilo hasta saberlo, ¿cierto?
            -Has sido tú quien ha dicho que me conocías mejor que nadie, así que ya sabrás la respuesta –le recordó ella con retintín.
            -Como quieras –se resignó él, para a continuación contarle todo lo ocurrido a penas media hora antes en el café.
            Alice se mantuvo en silencio, escuchando a su hermano. Domenico debía admitir que, a pesar de que el comportamiento de su hermana era exasperantemente infantil la mayor parte del tiempo, pocas personas sabían escuchar tan bien como Alice. Ella emitía sonidos de asentimiento invitándolo a continuar y bufada, sonreía o exhalaba con asombro según el momento lo requería.
            -Vaya, vaya, Mimmo, creo que hemos encontrado a la única chica que ha conseguido entrar en ese corazón de piedra desde… -en ese momento guardó silencio, sintiéndose algo culpable e incómoda.
            -Lo de Elisabetta hace ya mucho que lo superé. Puedes decir su nombre tranquilamente, Alice –la tranquilizó él.
            -Lo sé, sé que lo superaste es solo… -pero se interrumpió a sí misma queriendo olvidar el asunto-. Da igual. Así que esa tal Cassandra ha despertado una llamita en ese corazón apagado tuyo con su flamante pelo rojo, ¿no?
            -No digas estupideces, hace solo un par de días que la conozco. Y tan solo son negocios –extrañamente esas palabras no le sonaban creíbles ni a sí mismo.
            -Ya, claro –respondió ella secamente-. El movimiento de Siena no fue muy inteligente que digamos, hermano mío. Yo misma le habría dado una patada en el trasero a cualquiera que se tomara tantas confianzas conmigo –confesó ella.
            -Eso espero –saltó Domenico tomando su actitud protectora de hermano mayor, provocando que Alice rodara los ojos.
            -Pero ya que está hecho, se puede aprovechar de alguna manera. Te ayudaré a conquistar a esa mujer de hielo –dijo ella riéndose-. Pensándolo tiene mucho sentido lo vuestro, ambos tenéis piedras heladas en vez de corazones. Sois perfectos el uno para el otro.
            -Alice, no vas a hacer nada –se apresuró él ignorando la última frase-. Tú manía de meterte en vidas ajenas es irritante. Promete que no tratarás de interceder –su tono de voz era ya más serio y enfadado.
            -Como quieras. Ahora tengo que irme, todavía hay que preparar muchas cosas de la fiesta. Te quiero, Mimmo –y colgó sin darle tiempo a despedirse.
           
…………………………………………………………………..

            Cassandra bajó del coche con impaciencia, esperando a que el chófer hiciera lo mismo para seguirlo hasta dónde fuera que se encontrara Domenico. El hombre permanecía en silencio, sin decir una palabra. Salieron del garaje donde había aparcado el coche a través de una puerta de metal pulcramente limpiada y recorrieron un amplio pasillo de brillantes baldosas oscuras y paredes color burdeos hasta llegar a un ascensor que les llevó al primer piso. Al abrirse las puertas Cassandra se encontró con un pequeño recibidor decorado en tonos marrones en cuyas paredes colgaban pinturas de figuras imposibles de definir de colores intensos.
            -¿Señorita? –la voz del chófer la sacó de sus pensamientos-. El señor Di Gennaro la espera en el salón.
            -Gracias.
            El hombre inclinó la cabeza y se introdujo de nuevo en el ascensor, que segundos después cerró sus puertas y se puso en marcha.
            -Supongo que por ahí se irá al salón –murmuró para sí misma mirando la puerta de madera que había frente a ella.
            Tomó el pomo con su mano derecha y lo giró lentamente, con unos extraños nervios recorriéndola de arriba abajo. Abrió la puerta lentamente, entró en la estancia y la cerró de nuevo tras de sí. Ante ella estaba el salón más impresionante que había visto en toda su vida. Ni siquiera la mansión de Taylor, su superior, dónde había sido invitada un día de año nuevo, podía compararse a aquello. Era el equilibrio perfecto de elementos modernos combinados con un estilo antiguo, al que se sumaban las exquisitas vistas de un jardín bien cuidado.
            -Buenas noches, Cassandra –saludó Domenico con tono un tanto serio, mientras permanecía de pie con las manos en los bolsillos de un desgastado pantalón vaquero.
            -Hola –saludó ella sintiéndose un tanto avergonzada.
            El silencio entre ellos era extrañamente tenso, y ambos temían romperlo. Pero, como tenía que pasar, uno de los dos habló.
            -Resulta curioso verte con vaqueros –dijo él señalando con la mirada los pantalones de tela vaquera oscura que llevaba Cassandra-. No te lo tomes a mal, es solo que acostumbrado a verte arreglada…
            -Tranquilo, sé que es solo un comentario –le cortó ella con voz amable-. Es cierto que la mayor parte del tiempo mi vestuario es bastante más arreglado que esto. Supongo que te ocurrirá a ti lo mismo, por el trabajo.
            -Sí, cierto –admitió Domenico algo más relajado.
            De nuevo el silencio cayó entre ellos, y esta vez Cassandra no pudo soportarlo.
            -Está bien, odio los silencios incómodos, y este está siendo uno de ellos –dijo con sinceridad-. Creo que tengo que pedirte disculpas por lo de la cafetería, y por haberte maldecido una y otra vez a lo largo del día. Soy muy consciente de que tengo un temperamento difícil de llevar, y suelo perder la compostura, así que lo siento –las palabras salieron una detrás de otra sin pausa, sorprendiendo a Domenico e incluso a la propia Cassandra.
            -Acepto las disculpas –titubeó Domenico-, pero soy yo quien debería decir lo siento. Mi proposición fue totalmente inadecuada, ni si quiera lo pensé.
            -Está bien, los dos nos hemos disculpado, no me voy a enzarzar en una pelea sobre quien tiene la culpa y quien no. De verdad que no podría aguantar otra discusión hoy, he tenido más que suficiente por hoy –suspiró ella dejando caer los hombros.
            -Lo mismo digo –asintió él-. ¿Quieres tomar algo?
            -Una copa de vino no me vendría nada mal, si no es mucha molestia.
            -Claro, espera un segundo, siéntate.
            Domenico se dirigió a la cocina, donde descorchó una botella de vino blanco, para después servir dos copas que llevó consigo hasta el salón.
            -Aquí tienes –le tendió la copa a Cassandra, que se había sentado en un largo sofá de cuero blanco y estaba con la mirada fija en sus zapatos, unos botines bajos de color negro.
            -Gracias –levantó la mirada de sus zapatos y cogió la copa que Domenico le ofrecía, dando un largo trago con los ojos cerrados.
            -Ha sido un día largo –comentó él.
            -He llegado a sentir verdaderos deseos de ahogar mi móvil en un vaso de agua, así que sí, ha sido un día largo –admitió.
            Domenico emitió una risa seca.
            -No te ofendas, pero somos un par de estúpidos.
            -Lo somos –río ella a su vez.
            -Por nuestra estupidez –dijo él acercando su copa hacia Cassandra, quien la chocó suavemente con la suya propia.
            Ambos tomaron un largo trago de vino y Domenico fue a la cocina, saliendo de ella segundos después con la botella de vino en la mano, que dejó en la mesa baja que había frente al sofá y se dejó caer en este último junto a Cassandra con un pesado suspiro.
Sus cuerpos apenas se tocaban y los dos bebían de sus copas de vino con la mirada perdida. El silencio en esos momentos no era tenso, sino más bien necesario, por lo que ninguno sintió la necesidad de rellenarlo con palabras estúpidas y sin sentido. Una de las veces que ella llevó la copa a sus labios, su brazo rozó el brazo libre de Domenico y un escalofrío les recorrió a ambos la columna de abajo a arriba. La sensación hizo que se miraran a los ojos con curiosidad durante unos segundos, tras los cuales Cassandra apartó la mirada ligeramente sonrojada.
            -Debería ir a ver el horno –recordó él levantándose-. ¿Has cenado?
            Ella negó con la cabeza.
            -He preparado pasta al horno con repollo y queso fontina. ¿Te parece bien?
            -Claro –asintió ella con una leve sonrisa.
            Domenico se dirigió a la cocina con paso rápido. Aquella estaba siendo sin duda una de las veladas más extrañas de toda su vida. Por una parte temía escoger las palabras equivocadas y provocar un nuevo enfado en Cassandra, y por otra la extraña corriente que había sentido al rozar el brazo de ella con el suyo le había hecho recordar las palabras de su hermana en su última conversación:
            -Domenico, sé que estás enfadado, y de verdad que siento lo que hice. Pero ahora tienes la oportunidad perfecta para hablar con ella. ¿Crees que habría vuelto a verte si no fuera por esa supuesta cancelación de la reunión? Es la primera vez en mucho tiempo que tienes ante ti la oportunidad de conseguir a alguien con quien de verdad quieras estar, deja de negar una y otra vez que no te atrae esa mujer y conquístala de una vez por todas.
            No supo que contestar ante el pequeño discurso de su hermana, y en esos momentos tampoco sabría hacerlo. La perspicacia de Alice lo sacaba de quicio. Su hermana siempre había tenido una extraña capacidad para leer los sentimientos de otros cuando ni siquiera ellos sabían lo que pasaba por su cabeza y su corazón, y esta vez él esperaba que estuviera equivocada. ¿O no? En realidad no lo tenía muy claro. Cassandra era simplemente una mujer asombrosa. Su sonrisa, su sinceridad, sus ojos e incluso ese endemoniado carácter suyo le parecían fascinantes.
Sacudiendo la cabeza, trató de concentrarse en terminar la cena y comenzó a sacar el mantel y los cubiertos.

            Mientras tanto, en el salón, Cassandra continuaba sentada en el sillón, bebiendo de su copa de vino. Se levantó de un salto sorprendida cuando su móvil comenzó a sonar. Con razón odiaba ella tanto los silencios. Miró el identificador de llamadas y vio que se trataba de su mejor amiga.
            -Hola, Lorri.
            -¿De mejor humor, Cassie? –preguntó su amiga con cautela.
            -La verdad es que sí –admitió ella con alivio-. Ya se han arreglado algo las cosas.
            -Me alegro. Últimamente hay demasiado estrés en tu vida.
            -Tengo que darte la razón en eso.
            -¿Tú dándome la razón? –exclamó su amiga exagerando-. No puedo creerlo.
            -Déjate de bromas, Lorri –dijo ella pero sin rastro de enfado en su voz.
            -Lo siento, está bien –se disculpó Lorraine-. ¿Qué haces ahora?
            -He venido a casa de Domenico a aclarar las cosas. Ahora estoy en su salón, él está preparando la cena, creo.
            -Guapo, con dinero, encantador y encima sabe cocinar. Eres una asquerosa con suerte –el humor en el tono de Lorraine era palpable.
            -Tendría suerte si fuera algo mío, pero no lo es, ni lo será, no insistas con eso –replicó Cassandra.
            -Eres una aguafiestas.
            -Gracias, amiga mía por tan bonitas palabras –contestó con sarcasmo.
            Lorraine emitió una carcajada y suspiró.
            -¿Bueno, entonces qué tal las cosas con el bombón italiano? –preguntó está vez sin malicia.
            -Lo cierto es que aún no hemos hablado sobre la reunión. El ambiente es tan tenso que podría cortarse con un cuchillo.
            -Claro que hay tensión entre vosotros, concretamente tensión se…
            -¡Lorraine! –la reprendió Cassandra.
            -Es la verdad –se defendió su amiga.
            -Déjalo de una vez. Mañana hablamos, hoy estoy ya cansada de estar pegada al teléfono.
            -Está bien. Te quiero, aguafiestas.
            -Te quiero, pesada. Adiós.
           
            Unos metros más allá Domenico permanecía en la puerta de la cocina, a espaldas de Cassandra, sosteniendo dos platos de pasta con la intención de llevarlos a la mesa. Se detuvo al darse cuenta de que ella estaba al teléfono, no queriendo interrumpir y también un tanto interesado por la dirección que tomaba la conversación. Cuando ella colgó y guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón, se apresuró a retomar su camino y depositó los platos encima del mantel ya colocado.
            -¿Necesitas ayuda? –le sorprendió la voz de Cassandra.
            -No es necesario, tan solo trae contigo la botella de vino y siéntate en la mesa, voy a por los cubiertos.
            -Como quieras –dijo ella algo agitada tras la conversación con su amiga.
            Domenico regresó a la cocina y volvió con un par de cubiertos y servilletas, que colocó en la mesa rápidamente.
            -¿Ocurre algo? –preguntó al ver el rostro de ella.
            -No, nada –se sobresaltó ella saliendo de su ensoñación.
            Con un leve asentimiento fingió creerla y rellenó las copas de ambos. De pronto recordó una parte de la conversación de Cassandra y su amiga, que accidentalmente escuchó unos instantes antes, y no pudo evitar decir:
            -¿De verdad crees que podría cortarse la tensión con un cuchillo?
            Cassandra levantó la mirada sorprendida.
            -Deberían haberte enseñado, señor Di Gennaro, que no se escuchan conversaciones ajenas –dijo manteniendo la calma.
            -Lo hicieron, Cassandra, no lo dudes. No era mi intención escuchar, tan solo fue casualidad que entrara en el salón en ese instante –se defendió él-. Pero no ha respondido a mi pregunta.
            Cassandra parpadeó confusa un segundo hasta que recordó a que se refería.
            -¿No lo crees tú? –preguntó ella a su vez.
            -No sabría decirlo. Aunque es cierto que la conversación hasta ahora no ha sido precisamente fácil y fluida.
            Ambos bajaron la vista hasta sus respectivos platos y tomaron un bocado. Cassandra se sorprendió al comprobar que en verdad aquel hombre era buen cocinero, pero permaneció en silencio. Domenico dejó los cubiertos sobre su plato repentinamente provocando un ruido que hizo levantar la cabeza a su acompañante.
            -Comparto su opinión sobre los silencios incómodos, son insufribles –comentó él.
            -Lo son –concordó ella
            -Aclarado eso, ¿podríamos evitar que la cena transcurriera envuelta en uno de ellos?
            -Sería lo mejor.
            Ambos esbozaron una ligera sonrisa y bebieron de sus copas de vino. A partir de ese instante, la conversación fluyó algo menos forzada, hablando sobre unas cosas y otras, y el ambiente se relajó considerablemente. El vino corría por sus gargantas como si de agua se tratase, y los espacios vacíos los rellenaban dando buena cuenta de la cena.
Recogieron la mesa cuando terminaron y Domenico descorchó otra botella de vino, que dejó en la mesa del café del sofá para después sentarse ambos en éste. Los dos percibían su cabeza algo embotada por los efectos de la bebida, pero continuaron con su charla mientras las copas de vino se llenaban una tras otra.
            -Así que fue tu hermana Alice quien casi provoca que mis jefes me despidiesen –comentó ella.
            -Lo siento por eso –se disculpó él.
            -No ha sido culpa tuya –le quitó ella importancia-. ¿Pero por qué lo hizo?
            -Alice está obsesionada con que rehaga mi vida tras lo ocurrido hace un par de años.
            -¿Y qué ocurrió? –ella se incorporó en el sofá y le miró a los ojos.
            -Dos meses antes de casarnos mi prometida se fue con otro –respondió él aguantándole la mirada.
            Sin saber exactamente el por qué, si por efecto del alcohol o por el estrés que había acumulado durante días, un par de lágrimas rodaron por su cara hasta caer en su regazo. Ni siquiera se molestó el limpiarlas, solamente se permaneció mirándolo con expresión de tristeza.
La imagen desconcertó a Domenico, que sufrió un pequeño momento de pánico interior, pero pronto se recuperó y tan solo pudo pensar en la dulzura de ella, la expresión triste de su rostro, que le llenó de ternura.
            -No sé que me ha pasado, lo sien… -trató de disculparse ella, pero no pudo acabar la frase al sentir los labios de Domenico sobre los suyos. Y, por mucho que le costara aceptarlo, no se había sentido tan bien en mucho tiempo.



Lo prometido es deuda y aquí tenéis el capítulo 6 de Besos de Rubí. 

Espero de verdad que os haya gustado porque a mí por lo menos me ha gustado escribirlo, sobre todo el final *.* No se si os lo esperabais o no, ¡decidme! Dejadme un comentario ;D

Y hablando de comentarios, he quitado lo de la ventana emergente y lo he puesto normal, porque aunque la ventana me parece más cómoda, me ha dado el punto de querer responderos a los comentarios y como estaba antes, pues la verdad no me parecía muy cómodo responder, y también pasar por vuestros blogs dejando un comentario y poniendo algo así como: "Ah! Y respecto a tu comentario...", pues no me convence, así que eso, así se queda lo de los comentarios.
Un beso!!♥