Hola bloggeros!!
El blog Un rinconcito donde compartir (recién descubierto gracias a uno de los blogs que leo jaja) hace un concurso por su aniversario y, como no, yo me apunto, así que espero que se extienda la noticia y animo a cualquiera que lea esto a participar. Os dejo el enlace AQUÍ
Un beso!!! =)
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miércoles, 21 de marzo de 2012
lunes, 12 de marzo de 2012
Verdades que duelen
Al final no me he podido resistir xD Mañana y pasado son los dos últimos exámenes de evaluación que tengo que hacer, y como estaba hasta las narices de estudiar historia (tremendamente divertida mi tarde como veis) en un descanso que me he tomado, he terminado un relato que tenía por ahí y me he dicho, vamos a subirlo!!!
Primero de todo, voy a aclarar algo, este relato está relacionado con otros, en las etiquetas (que están abajo del todo del blog) hay unas cuantas que son nombres, en concreto me refiero a las que pone, Mike, Rosse y Daniel, el caso es que los relatos no son continuaciones ni nada por el estilo pero los personajes son los mismos y leyéndolas todas se puede hacer una relación hasta sacar una historia entre todo. Bueno, tras esta breve explicación os dejo leyendo.
Un beso!! =)
-¡¿Por
qué?! ¡¿Por qué simplemente no lo has guardado para ti?!
Él
la miró con cara desconcertada. ¿Realmente le estaba preguntando por qué le
había contado aquello? ¿De verdad podía cabrearse más por el hecho de que le
hubiese desvelado todo que porque no la quisiera?
-Podíamos
haber seguido así por años, para siempre incluso. No necesitaba saberlo, ¿no lo
comprendes? –la sollozante voz de ella interrumpió sus confusos pensamientos-.
Podías haber cargado con el dolor, tú solo, todo lo que fuera necesario. Pero
preferiste desahogarte y dejar de sentirte culpable y desdichado, y para ello
tenías que pasar sobre mí.
-¿En
serio? ¿De verdad preferirías haber vivido en un engaño el resto de tu vida?
–dijo él consiguiendo que su voz desconcertada saliera de su garganta.
Los
ojos de ella eran un constante torrente de lágrimas, y aquello partía el
corazón de Mike. Nunca quiso hacerla sufrir pero creyó que lo mejor era ser
sincero y acabar con sus propios engaños y mentiras de una vez por todas. Pero
ahora, ante las palabras de Lilian comenzaba a dudar si había hecho lo correcto.
-Nunca
te amó y ahora, mucho menos podría hacerlo, Mike. Hace mucho que lo sabías pero
eras tan estúpido como para creer que la podías arrancar de sus brazos y ahora
que se ha ido sigues siendo tan estúpido que prefieres vivir de su recuerdo.
¡Está muerta!
Las
últimas palabras de Lilian le llegaron como una bofetada, duras, frías y
dañinas. Hacía ya mucho que compartía su día a día con ella, la dulce y
delicada Lilian, que parecía una pequeña muñeca entre sus brazos, con su piel
de porcelana, sus profundos ojos del color de la miel y su cabello dorado. Toda
ella era luz dorada. Jamás pensó que de unos labios tan delicados y carnosos
pudieran salir aquellas palabras que le desgarraban el alma. Pero no podía
culparla, no ahora, no después de haber roto su pequeño corazón y haberla
abandonado para regodearse a solas en su propio dolor. El dolor que Mike sentía
por la muerte de Rosse, a quien amaba desde hacía tanto que le costaba
recordarlo, lo dejó totalmente privado de razón. Huyó durante días de su casa,
el acogedor piso que compartía con Lilian desde hacía cinco años, y se aisló en
la pequeña cabaña que sus padres tenían en la montaña. Durante mucho tiempo ver
a Rosse con Daniel le carcomía la entrañas, pero luego supo transformar ese
ardor en una especie de felicidad, por ella, por verla feliz día tras día,
aunque fuera en brazos de otro. Mientras él se entregaba a Lilian, a quien,
antes de conocer a Rosse, amó con locura, pero cuya relación se había
deteriorado. Mike sabía que la joven le quería como pocos sabían hacerlo y por
ello, sabiendo que Rosse jamás sería suya, quiso darle a Lilian la felicidad
que él mismo no era capaz de alcanzar. Pero ahora, cuando su dulce flor había
fallecido de una enfermedad que había ocultado a todos los que la rodeaban,
simplemente no podía aguantar el suplicio y creyó mejor darle a Lilian la
sinceridad de un adiós que años de amargura a su lado. El día anterior Mike
había regresado de su pequeña huída para hacer frente a Lilian, terminar con
todo de una vez y volver a retirarse a la paz de las montañas, donde podía
mantener la cabeza ocupada en arreglar el desvencijado cobertizo, recoger leña,
cazar y muchas otras acciones que, para la hora de la cena, ya le habían
causado tal agotamiento que caía rendido entre las sábanas de su pequeña cama
sin tiempo para pensar en el camino de su vida.
-Mike…
-la voz de Lilian sonaba débil, derrotada-, no me quieres, lo sé, hace mucho
que lo sabía. Y en cierto modo he sido tan estúpida como tú, creía que podría
hacerte feliz, que podría hacerte olvidarla, pero no he podido, ni podré. Te
quiero, pero no quiero vivir de un recuerdo, del recuerdo de tus ojos cuando me
mirabas entonces, cuando Rosse no se había cruzado en nuestra vida.
-Lo
siento –Mike no fue capaz de pronunciar otras palabras, y sabía que una simple
disculpa no lo arreglaba todo, pero no le quedaban fuerzas para seguir
hablando.
-Intentaré
ser feliz, der verdad que lo haré –dijo Lilian tratando de recomponerse-.
Encontraré a alguien, por mí, pero también por ti, para que algún día te
lleguen noticias de que vivo feliz con un nuevo amor, y puedas dejar de sentir
la carga por mi desdicha que sé que sientes. Trata de ser feliz tu también, de
verdad que me alegraría si lo hicieras, aunque… -dejó las palabras en el aire.
-Lo
sé. No crees que pueda llegar a ser feliz –dijo con pesar-. Pero no te
disculpes, yo tampoco lo creo –se envaró al ver la alarma en la cara de Lilian
y su gesto de disculpa.
-Te
quiero, Mike. Y en cierto modo, siempre lo haré.
La
despedida fue tranquila, sin más gritos ni revuelo. Mike cogió sus cosas y
salió por la puerta, no sin antes acercarse a Lilian, besarla suavemente y
susurrarle al oído: “hubo un tiempo en que te amé, no lo olvides”. Tras esto
montó en su anticuado coche y partió hacia su nueva y solitaria vida en las
montañas.
5 años después
Mike
salió de su pequeña cabaña con ojos somnolientos. El día regalaba un agradable
calor que invitaba a relajarse bajo él. Montó en su coche y bajó al pueblo a
recoger su correo y comprar algo de comida, su despensa estaba vacía. Cuando
volvió a casa dejó el correo sobre la encimera de granito y se dispuso a
preparar la comida cuando un sobre llamó su atención. Era de Lilian. Lo abrió
con curiosidad, hacía ya mucho que no hablaba con ella, la pequeña mujer que
emanaba luz dorada. Con lentitud sacó del sobre una elaborada tarjeta en color
crema, con flores secas decorándola y unas palabras escritas a mano en tinta
dorada. Reconoció la letra de Lilian. Sonrió, con una sonrisa que
verdaderamente le llegó a los ojos, al ver que se trataba de una invitación de
boda. Cuando se dispuso a devolver la invitación a su sobre vio que había una
carta acompañándola. La abrió con destreza y leyó:
Hola
Mike:
Sé
que hace mucho tiempo que no sabemos nada el uno del otro, pero te prometí
intentar ser feliz y, como puedes ver, he cumplido mi promesa. Realmente me
encantaría verte aquí conmigo el día de mi boda, así que te pido, por favor,
que no dudes en venir. Mi padre murió hace ya 3 años, fue una mala época para
todos, pero lo hemos ido superando con el tiempo. Por esto último quería
pedirte un favor: ¿podrías ser tu quien me acompañe al altar? Sé que es un
tanto inusual, pero sabes que siempre me gustó hacer las cosas a mi manera, y
no he encontrado a nadie mejor que tú para estar conmigo en un momento tan
especial. Espero tu respuesta.
Te
quiere,
Lilian
Mike
no había conseguido ser verdaderamente feliz, tan solo había conseguido buscar un
motivo para sonreír en las pequeñas cosas. Poco a poco había olvidado el peso
que le causaba el haber hecho sufrir a Lilian y, hasta entonces, no había
notado sentirlo, pero esa carta… Esa carta le había liberado de algo que no era
consciente que seguía allí, y por fin podía terminar de encontrar la pequeña
paz que otorgaba el no sentirse culpable. Mike dejó el sobre en la encimera y
sonrió. Iría a esa boda, claro que iría, por Lilian, y por él mismo.
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suspiros amargos
domingo, 11 de marzo de 2012
El club de las escritoras
Buenas noches!!! Me he tomado un descansito del estudio (que de verdad lo necesitaba) y curioseando el mundo blogger he dado con un blog que me ha parecido interesante CLICK AQUÍ
Se trata de un grupo de escritoras que, obviamente, escriben jaja Lo que he estado curioseando de sus entradas me ha parecido interesante, y nunca está de más hacer publicidad a bueno escritores. Además os dejó el enlace de descarga para uno de sus libros, escrito entre todas, de temática paranormal y que, sinceramente, en cuanto tenga tiempo voy a leerme =) Pues poco más que decir, recomiendo pasar por allí y dejo el enlace para descargar el libro AQUI, y os dejo una pequeña introducción que ellas mismas han escrito en el blog :
Pasión de medianoche surge por iniciativa de El club de las escritoras. Es una compilación de relatos románticos paranormales de autoras reconocidas en el universo de los blogs literarios. El resultado ha sido este atrapante material que reúne relatos de ángeles y demonios, hombres lobo y vampiros, respectivamente. Atrévete a soñar con sus autoras.
Un beso!!
miércoles, 7 de marzo de 2012
Capítulo 1: Felicitaciones con chocolate
Aquí traigo el primer capítulo de "Besos de rubí", estaba prácticamente terminado y con un repasito y poco más he podido subirlo hoy. Por el momento aquí queda, estoy de exámenes y hasta que termine abandono el blog. El miércoles que viene hago el último examen y si me veo con fuerzas y tiempo me dedicaré a escribir y a pasarme a leer lo que se cuelgue en los blogs que leo (que son muchos jaja). Un besito!!!
El insistente sonido de un teléfono en un elegante
apartamento en el Midtown Manhattan interrumpía el pacífico sueño de su
moradora. Cassandra alargó el brazo, tanteando su mesilla en busca del teléfono
que, contra sus deseos, no paraba de sonar.
-¿Sí?
–en la voz de Cassandra se distinguía el agotamiento que sentía tras la noche
del sábado.
-Hola
cielo, soy mamá. ¿Y esa voz? ¿Seguías durmiendo? –las insistentes preguntas de
su madre taladraban los oídos de la joven.
-Sí
mamá, seguía durmiendo. Es domingo y estoy agotada, más tarde te llamaré, solo
son las... –miró el reloj de su mesilla- ¿la una? Oh, mamá te llamo después, he
quedado para comer y llego tarde. ¡Adiós!
Colgó el
teléfono de golpe y se dirigió al cuarto de baño dispuesta a darse una ducha
rápida. Mientras el agua se calentaba abrió su amplio armario para sacar
precipitadamente unas medias negras, un vestido ceñido de color granate y sus
zapatos de tacón negros, después volvió al cuarto de baño y se duchó y secó el
pelo todo lo rápido que le fue posible. Cuando terminó esto, se dirigió, aún en
albornoz, a la cocina, para preparar un café. Volvió a su cuarto, se vistió y
maquilló apresuradamente, cogió su bolso y su café y corrió todo lo que sus
tacones le permitían. Parar un taxi en Manhattan no era precisamente sencillo
pero para Cassandra no era especialmente difícil, mérito que ella misma
atribuía a su belleza, por lo que en escasos minutos ya estaba en el asiento
trasero de un taxi camino de su restaurante italiano favorito, donde había
quedado con una amiga. Tras unos eternos quince minutos de trayecto, Cassandra
se bajó del taxi para encontrarse con el impaciente rostro de Lorraine.
Lorraine era sin duda alguna su mejor amiga, se conocían
desde niñas, cuando los padres de ésta decidieron volver a España, el país
natal de la madre de Lorraine. Allí conocieron a Cassandra y sus padres y
pronto todos se hicieron buenos amigos, por lo que las dos niñas estuvieron muy
unidas durante algunos años, hasta el día en que Leandro, padre de Cassandra,
quiso volver a Grecia, debido a la repentina y grave enfermedad de la madre de
éste. Durante cuatro años, y hasta que murió su abuela, Cassandra vivió allí,
en la casa de sus abuelos paternos, en una zona rural de Grecia que destacaba
por sus prados. Para entonces ya había cumplido los diez años y, a pesar de
eso, nunca había roto el contacto con Lorraine, pues hablaban a través de
cartas y se veían durante algunos días en vacaciones. Para cuando Cassandra
regresó a España la amistad con Lorraine era firme y no hizo sino asentarse más
con el paso de los años y al estar las dos jóvenes juntas gran parte del
tiempo. Ambas se graduaron y comenzaron la universidad, Lorraine cumplió su
sueño de estudiar arquitectura y Cassandra se sumergió en el mundo de la
economía y las finanzas, consiguiendo en su tercer año de carrera una beca para
terminar sus estudios en Nueva York. Durante dos años, y hasta que ambas
terminaron sus respectivos estudios se mantenían informadas de sus respectivas
vidas mediante cartas y video llamadas y pasaban algunos fines de semana juntas.
Y cuando por fin ambas terminaron de estudiar, Cassandra se estableció en un
pequeño apartamento en Manhattan y Lorraine volvió a su ciudad natal,
convirtiéndose en compañera de piso de su mejor amiga. Y, después de tantos
años, la amistad entre ambas seguía siendo fuerte y cada una había conseguido
un trabajo estable y con buen sueldo que les permitía vivir en amplios
apartamentos de Manhattan con soltura.
-Llegas media hora tarde, Cassie. ¿Alguna vez serás
puntual? –Lorraine reprendió a su amiga, aunque en su voz no había enfado sino
más bien un toque de burla.
-Lo sé,
lo sé. Lo siento mucho –se disculpó ella-. Pero no imaginas lo eternas que
pueden llegar a ser las cenas de trabajo. Entre negociaciones y copas llegué a
casa a las cinco de la mañana. Si no fuera por mi madre aún seguiría tumbada en
la cama.
-Entonces se lo agradeceré a tu madre la próxima vez que
hable con ella –contestó con sorna Lorraine-. Ahora vamos, o perderemos la
reserva.
-No te preocupes, Ángelo es amigo mío, incluso aunque no
hubiera reservado, con una llamada tendríamos mesa. Pero sí, vamos, no imaginas
el hambre que tengo.
Las dos amigas entraron al restaurante, dónde una
recepcionista de aspecto agradable las recibió con una sonrisa. Tras dar el
nombre para la reserva y seguir a un camarero hasta su mesa, Cassandra pidió
uno de sus platos favoritos, risotto
con gambas, y recomendó a su amiga los tortellini
a la carbonara. Tras terminar la comida y pedir de postre dos platos de pannacotta, el rostro de Lorraine
denotaba que tenía algo importante que decir.
-Lorri, lo que sea que quieras contarme hazlo ya. Ni tú
ni yo tenemos tiempo para perder todo el día mirando las migas de pan de la
mesa.
-A veces odio que me conozcas tan bien –bromeó la chica-.
Está bien. ¡Gordon me ha pedido que me case con él! –el grito de felicidad de
Lorraine atrajo las mirada de algunos comensales de mesas cercanas.
-Y, obviamente, has dicho que sí. Si no, no entendería
tanta emoción –se carcajeó Cassandra-. Me alegro mucho por ti, de verdad.
¡Felicidades! –añadió con una dulce sonrisa mientras se levantaba para abrazar
a su amiga.
-Y… querrás ser mi dama de honor, ¿verdad? –la voz
emocionada de la joven hizo sonreír a varios camareros que atendían mesas
cercanas.
-Pues claro que sí, me ofendería si no me lo pidieras
–Cassandra agarró la mano de su amiga-. Ahora dame un momento, voy al baño y
seguimos hablando sobre tus maravillosos planes de boda.
Cassandra se apresuró hacia el baño bajo la atenta mirada
de su amiga, pero cuando esta giró el rostro, cambio de dirección hacia la
cocina, dónde entró precipitadamente, mientras varios camareros la saludaban
con una sonrisa, buscando al cocinero jefe y amigo suyo.
-Cassandra, bellissima,
¿sabes cuánto tiempo hace que no tengo el honor de tener a una belleza como tú
en mi cocina? –las amables palabras del cocinero hicieron sonreír a la joven.
-Últimamente he tenido muchas reuniones y, por desgracia,
mis jefes no saben apreciar la delicia de tus platos, prefieren los
restaurantes de lujo del Upper East Side –dijo apretando la mano de su amigo.
-No, no, è imperdonabile. Esos necios no reconocen la buena comida. Esos restaurante solo sirven...
-No, no, è imperdonabile. Esos necios no reconocen la buena comida. Esos restaurante solo sirven...
-Cosas bonitas en pequeñas porciones. Lo sé, Ángelo
–interrumpió Cassandra con una ligera risa al mosqueado cocinero-. Pero ahora
necesito pedirte un favor –añadió con ojos suplicantes.
-A ti, mia bella,
cualquier cosa.
-Mi mejor amiga está en la mesa 7 esperándome. Me acaba
de decir que se va a casar y me gustaría sorprenderla con algo especial. ¿Se te
ocurre algo?
-Naturalmente. Sabes que mi cabeza se desborda de ideas.
Adoro las bodas. ¿Quieres que prepare algún postre especial, que mis más guapos
camareros la canten hasta que sonroje o…? –la energía de Ángelo siempre hacía
reír a Cassandra.
-Cualquier cosa que pienses estará bien, pero intenta tenerlo
listo pronto, mañana a las cinco tengo que levantarme para coger un avión para una reunión en
Florencia y mi equipaje aún no está listo.
-Oh, Florencia, la
mia terra, hace ya dos años que no visito a mi familia allí. Disfruta del
viaje, es una ciudad molto bella, ya
lo verás –dijo emocionado el cocinero-. Y no te preocupes, tendré listo mi
pequeño espectáculo lo más rápido posible. Ahora, disfrutad de vuestra pannacotta, Claudio os la llevará en un
momento –añadió, para después besar la mano de Cassandra con ternura.
Cassandra volvió rápidamente a su mesa, donde Lorraine
estaba escribiendo un mensaje en su móvil. Se sentó en su silla con esa
delicadeza que la caracterizaba y alargó
la mano para coger el móvil de su amiga.
-¿Con quién hablas ahora? Deja eso y cuéntame tus panes
para la boda.
-Es Gordon, me estaba diciendo que va a pedirle a su primo
que sea nuestro padrino –aclaró Lorraine.
-¿Joseph? ¿El mismo Joseph que intentó meterme mano justo
después de que sonara la última campanada el año pasado? Estás loca si crees
que voy a pasar más de dos minutos a menos de 5 metros de él –el temperamento
de Cassandra comenzó a hacer notar su presencia.
-¡Cassie! Tranquila, si me devolvieras el teléfono, le
diría amablemente a mi prometido que, a ser posible, busque un padrino menos
baboso. ¿Vale?
-Está bien, lo siento. Toma –dijo ya más calmada mientras
le tendía el móvil.
-Salgo afuera un momento, trataré de convencer a Gordon
para que hable con otro primo o amigo o algo así. No tardo.
Cuando Lorraine cruzó la puerta del restaurante Cassandra
sacó su móvil y escribió un mensaje: Hola mamá, siento lo de
antes. Había quedado con Lorraine para comer. ¿Sabes? Gordon le ha pedido que
se case con ella. ¡Y voy a ser la madrina! Mañana tengo reunión en Florencia y
tengo que coger el avión pronto, así que ya te llamaré cuando llegue. Te
quiero.
Estaba realmente contenta de que su amiga se casara.
Ambas sabían que Cassandra no era muy partidaria del amor, o de los chicos,
pero ver la cara iluminada de su amiga hacía muy feliz a la joven.
Los pasos de uno de los jóvenes camareros de Ángelo
interrumpió sus pensamientos.
-Aquí tiene. Espero que esté a su gusto –los correctos
modales de los camareros de aquel restaurante siempre la hacían sonreír. Ángelo
era realmente estricto con ellos, y los tenía bien enseñados.
-Muchas gracias, Claudio –respondió ella regalándole una
dulce sonrisa.
Un par de minutos después Lorraine entró en el
restaurante algo enfadada. Cassandra presentía que la conversación con su
prometido no había ido todo lo bien que debería, y, en cierto modo, se sentía
culpable por haberse opuesto a que Joseph fuera el padrino de la boda de su
amiga.
-¿Qué pasa Lorri? –preguntó ante la cara de disgusto de
la chica.
-Gordon. Le he sugerido que buscara otro padrino para
nuestra boda y se ha puesto todo hecho un basilisco. Cuando quiera hablar
pacíficamente, contestaré sus llamadas, mientras tanto –cogió su móvil y lo
puso en silencio.
-Lo siento. No debería haberme enfadado así. Es tu boda y
no tengo derecho a decidir sobre quien será o no será vuestro padrino.
-No lo sientas –negó la joven sonriendo-. Yo tampoco
soporto a ese primo suyo, y por su absurda cabezonería me niego a que sea
nuestro padrino. Si hubiese acogido mi sugerencia con menos agresividad me lo
pensaría. Ahora que se aguante –Lorraine quitó importancia al asunto con una
sonrisa y agarró la mano de Cassandra, que mostraba un gesto triste en su cara.
Tras dejar de lado todo el asunto del padrino ambas
muchachas devoraron su pannacotta, y
coincidieron en que el cocinero era insuperable. La conversación se dirigió a
todo lo referido a los vestidos y accesorios que pronto tendría que comenzar a
buscar Lorraine para la boda, el suyo y el de sus damas de honor. Y casi como
en un juego, ambas acabaron configurando un boceto de lo que podría ser el
vestido de dama de honor para la boda. Mientras continuaban con sus risas y
alocadas ideas, las luces se apagaron repentinamente. Cassandra supuso que se
trataba de su “pequeña sorpresa” y sonrío mientras su amiga miraba a todos
lados confusa.
-Y ahora –la voz de Ángelo preparándose para mostrar su
pequeño show atrajo la atención de todos-, un regalo especial para una futura
dama casada.
Lorraine miró a su amiga con desconcierto mientras veía
como un joven y guapísimo camarero se acercaba a su mesa empujando un carrito
en el que reposaba un plato oculto por una grande y plateada tapa. El camarero
se acercó a Lorraine y, con una sonrisa, destapó el plato mientras le tendía
una rosa roja. Bajo aquella tapa se encontraba una verdadera obra de arte en
forma de comida: un fantástico pastel con tres clases de chocolates distintos,
una capa de un jugoso y mullido bizcocho también de chocolate y cubierto con
una capa de mousse de chocolate blanco. Cassandra pensó que, sin duda, era una
de las mejores creaciones de su amigo cocinero.
-Espero que te guste el chocolate bellissima –la dulce voz de Ángelo seguido de once apuestos camareros
con una rosa roja cada uno casi hace llorar a Lorraine.
Cassandra se levantó sigilosamente y la dio un tierno
abrazo desde su espalda.
-Me encanta. Gracias, gracias, mil gracias –de los labios
de Lorraine tan solo salían agradecimientos.
-No hay de qué, cielo. Ahora, me tengo que ir, mañana
tengo que coger un vuelo a la madrugada. Te quiero. Disfruta de tu sorpresa.
Tras esto Cassandra salió del restaurante con una dulce
sonrisa de agradecimiento para Ángelo y esperó a que algún taxi parara. Adoraba
a su amiga, y verla sonreír así la llevó a una felicidad que no se iría
fácilmente. Pero ahora tan solo quería volver a su casa y hacer las maletas
para acostarse rápidamente y dejar que su cuerpo terminase de descansar del
ajetreado fin de semana que había vivido.
viernes, 2 de marzo de 2012
Introducción (Besos de rubí)
Pues nada bloggeros, aquí está la sinopsis. Veo que nadie ha comentado en la entrada anterior así que solo decir que, pues nada, yo sigo escribiendo y si algún día alguien se pasa por aquí, bienvenido sea. Bye! ;)
El día que Cassandra cumplió los once años
prometió que jamás se enamoraría, pues la vida ya le había demostrado a través
de sus padres y otros muchos más que no todo en el amor es bueno ni te da la
felicidad. Según creció pudo apreciar que su largo cabello rojo fuego y sus
enigmáticos ojos azules no pasaban desapercibidos ante el noventa por ciento de
la población masculina y también que inspiraban cierta envidia en otro alto
porcentaje de las chicas de su entorno, pero, y ante el asombro de todos, los
hombres no eran una de sus prioridades, y ni tan siquiera estaban en su lista
de cosas por las que interesarse. Cassandra siempre había desviado su vista
hacia algo más inerte y frío, pero que captaba su atención como pocas cosas lo
hacían, y que la motivó a conseguir todo lo que se proponía en la vida con tal
de añadir otro más a su colección. Cassandra siempre dijo que era su único y
verdadero amor pero, ¿de verdad alguien puede enamorarse única y exclusivamente
de una joya?
La respuesta de Cassandra es firme: Por
supuesto. O al menos así es hasta que alguien se cuza en su camino y
prácticamente derriba todos sus esquemas.
El amor no es simple, y mucho menos cuando el pasado te persigue.
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